Venus de Milo - Musée du Louvre
La mitología clásica nos ha dejado palabras y mitos que se han ido desfigurando con el tiempo. Eros, que era un dios menor, era el patrón del amor exclusivamente entre hombres, y Afrodita (Venus romana) la patrona del amor carnal entre el hombre y la mujer. Es curioso que el erotismo se entienda ahora como algo vago y difuso con fuerte componente sexual, y venérea describa una familia de enfermedades nada recomendables. (¿Machismo del lenguaje?)
El sexo está por todas partes. En televisión, cine, Internet, en las marquesinas de las paradas de autobús. El sexo vende, y no lo digo yo. En Google hay 391 millones de entradas para “sex” y 359 para “god”. Estamos rodeados de sexo, de cuerpos desnudos y saludables, de escenas de cama cuidadosamente coreografiadas en cada película. Y de mensajes que nos dicen cómo tenemos que vivir nuestra sexualidad, de lo que es normal y de lo que no lo es.
¿Y la realidad?
Vale con dar una vuelta por ciertos foros para darse cuenta de la confusión que se vive en la calle. Ayer, sin ir muy lejos leía varios posts de gente que se pregunta si debe aceptar la sodomía como algo natural, o un trío con su pareja y otra persona, o introducir diferentes objetos por los orificios de su cuerpo…
Los medios nos machacan con que vivimos en un mundo muy individualista, en el que cada uno debe vivir como mejor le parezca. Pero al mismo tiempo todos queremos estar en la norma. El problema es cuando la norma no existe. Y en un dominio tan privado como el de la intimidad entre dos personas las reglas se deciden de mutuo acuerdo.
El problema es que como el sexo sigue siendo tabú y llegamos a ser adultos con la educación sexual de una lechuga, la única referencia que tenemos es la pornografía, y aunque fantasear sea humano y lógico, no veo por qué pensamos que matar gente con una sierra mecánica es sólo una película y la sangre es ketchup, y en el dormitorio nos sentimos obligados a emular a las estrellas del cine X.
Mucha comunicación, una gran dosis de tolerancia, kilo y medio de respeto, un puñadito de forma física, espolvorear con imaginación, tres pellizcos de sentido del humor, vaso y medio de ganas, tres cucharaditas de deseo, y una pizca de cursilería. Los mejores ingredientes de un buen sexo.
La mitología clásica nos ha dejado palabras y mitos que se han ido desfigurando con el tiempo. Eros, que era un dios menor, era el patrón del amor exclusivamente entre hombres, y Afrodita (Venus romana) la patrona del amor carnal entre el hombre y la mujer. Es curioso que el erotismo se entienda ahora como algo vago y difuso con fuerte componente sexual, y venérea describa una familia de enfermedades nada recomendables. (¿Machismo del lenguaje?)
El sexo está por todas partes. En televisión, cine, Internet, en las marquesinas de las paradas de autobús. El sexo vende, y no lo digo yo. En Google hay 391 millones de entradas para “sex” y 359 para “god”. Estamos rodeados de sexo, de cuerpos desnudos y saludables, de escenas de cama cuidadosamente coreografiadas en cada película. Y de mensajes que nos dicen cómo tenemos que vivir nuestra sexualidad, de lo que es normal y de lo que no lo es.
¿Y la realidad?
Vale con dar una vuelta por ciertos foros para darse cuenta de la confusión que se vive en la calle. Ayer, sin ir muy lejos leía varios posts de gente que se pregunta si debe aceptar la sodomía como algo natural, o un trío con su pareja y otra persona, o introducir diferentes objetos por los orificios de su cuerpo…
Los medios nos machacan con que vivimos en un mundo muy individualista, en el que cada uno debe vivir como mejor le parezca. Pero al mismo tiempo todos queremos estar en la norma. El problema es cuando la norma no existe. Y en un dominio tan privado como el de la intimidad entre dos personas las reglas se deciden de mutuo acuerdo.
El problema es que como el sexo sigue siendo tabú y llegamos a ser adultos con la educación sexual de una lechuga, la única referencia que tenemos es la pornografía, y aunque fantasear sea humano y lógico, no veo por qué pensamos que matar gente con una sierra mecánica es sólo una película y la sangre es ketchup, y en el dormitorio nos sentimos obligados a emular a las estrellas del cine X.
Mucha comunicación, una gran dosis de tolerancia, kilo y medio de respeto, un puñadito de forma física, espolvorear con imaginación, tres pellizcos de sentido del humor, vaso y medio de ganas, tres cucharaditas de deseo, y una pizca de cursilería. Los mejores ingredientes de un buen sexo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario