miércoles, 8 de mayo de 2013
Una puta con horario de oficina
jueves, 25 de marzo de 2010
Tiempo de silencio

lunes, 11 de febrero de 2008
Triste

Aujourd’hui j’ai tué un pigeon.
Je revenais au bureau après manger, avec les collègues. On parlait de la pluie et du beau temps, tranquillement, et je l’ai aperçu du coin de l’œil. Un petit tas de plumes tremblotantes dans un coin.
J’aurais pu regarder ailleurs, j’aurai pu partir feignant n’avoir rien vu. Mais je n’ai pas résisté, quelque chose tournait pas rond.
Je me suis approchée, doucement. Il n’a pas bougé, et c’est là que j’ai confirmé mes soupçons, il était grièvement blessé.
Quand je l’ai pris dans la main j’ai pu sentir son petit corps vivant, son cœur qui battait à toute allure, sa peur. La patte droite pendait dans un angle bizarre, l’aile gauche était cassée à l’articulation. Les plumes en désordre. Probablement les côtes aussi étaient en mauvais état.
C’était un jeune de l’année. Je lui donnais deux mois environ. Un mâle, si je me souviens de ma zoologie.
Il n’a pas bronché. Il n’a pas essayé de s’envoler quand je l’ai soulevé du sol.
Mes collègues m’ont demandé ce que j’allais en faire.
Si l’animal n’avait pas été si mal, je l’aurais sûrement emmené chez moi, ça n’aurait pas été la première fois que je soigne un animal malade. Mais il n’y avait rien à faire. Il n’aurait jamais pu se débrouiller seul dans la nature, ou dans la ville.
J’ai donc pris la décision qui m’a semblé plus humaine. Je l’ai pris dans la main, je l’ai emmené au laboratoire, j’ai demandé un bistouri et une paire de gants, je suis sortie dans le jardin avec l’oiseau et d’un seul coup rapide, je lui ai tranché la gorge.
Ça n’a même pas pris une seconde. Le cœur s’est arrêté de suite. Quelques convulsions du corps, mais ça, c’est normal.
Rapide et sans douleur, au lieu d’une lente agonie faite de faim et soif.
N’empêche qu’en arrivant à la maison je me suis mise à écrire cet article. Je suis triste. Ce n’est pas toujours agréable de faire ce qu’on doit, mais je suis incapable de regarder ailleurs.
lunes, 28 de enero de 2008
¡QUESTRESSSS!

Levántate, sí, levántate, que ya es hora. Que no, que no te llaman por teléfono, pero ¿quién te va a llamar a estas horas si todavía no han puesto las calles? Fuera está más oscuro que la boca del lobo. Y además hace frío fuera del edredón. Sólo cinco minutos, cinco minutos más y me levanto, lo prometo. Aprieta el botón del móvil. No, tonta, ese no, el otro, que si aprietas ese te vas a quedar dormida. ¿Cuál has apretado? ¡Qué más da! Total, ya estoy casi despierta, pero se está tan bien debajo de la manta... ¡Huy! si ya es de día. Mierdamierdamierdamierda ¡Que ya es de día! Y yo con estos pelos. Me he dormido. Fijo. Mierdamierdamierda. Y media ya, y tengo que salir de casa a menos cuarto. Hoy voy a llegar tarde. ¿O no? Porque si no me lavo el pelo y me bebo el té rápido... Pero deja ya de hacer cábalas y levántate. Mueve el culo que no llegas. Pon el agua a calentar y mete la bolsita de té dentro. a ver si se enfría a temperatura bebible mientras te duchas.
Joder, si es que soy un desastre. Mira que pensé ayer que tenía que recoger las toallas que están tendidas en la terraza. ¿Ahora cómo lo vas a hacer, listilla? Empapada y en pelotas. ¡Cómo vas a atravesar la casa así, que la vas a poner perdida! Bueno, siempre hay soluciones, sécate un poco con una camiseta y vete a por la toalla. Espero que no haya vecinos mirando. Menudo espectáculo. Ya tengo toalla. Que no se te olvide la hidratante, que luego te quejas de que se te cae la piel a trozos. La hidratante en una mano, el té en la otra. Las galletas con Nivea saben a rayos. Pantalones. ¿Dónde he dejado los pantalones? En el armario seguro que no. En la silla del salón, fijo. No, mierda. Nota mental nº1: ser más ordenada con la ropa. ¡AHÍ! Ahí están los malditos pantalones. Ahora sí que sí. Ya estoy. Llaves, dinero, cartera, tabaco, documentación, MP3, móvil del trabajo, móvil privado, ¿Lo llevo todo? Seguro que se me olvida algo... ¡LOS TAMPONES! Eso, que luego si no se los tengo que pedir a alguien por la ofi, y somos todas más o menos iguales. Nota mental nº2: proponer la creación de un botiquín en la oficina con compresas y tampones. Y aspirinas, que seguro que van a venir bien. ¡Qué mal cierra esta puerta! Un día los vecinos me van a echar de los portazos que tengo que pegar cada vez que salgo de casa. Y qué frío hace en estas escaleras. Seguro que cuando llegue el verano te cueces, pero ahora hace un frío de tres pares. Ya estoy en la calle. Menudo capullo el de la moto... Podría mirar, que casi me atropella. Nada, a ver dónde he puesto el MP3 que no lo encuentro... Como siempre, al fondo del bolso con los cables enredados. Pero si no lo he tocado, joder, que no se qué tienen estos cacharritos que son todos monísimos pero se enredan solos. Ya está desenredado. Música. Por fin. Infiernos metálicos que llegan a las neuronas sin pasar por las orejas. Muchos dicen que es ruido, pero a mí me pone a tono por las mañanas, me despierta. Tabaco. ¿Dónde he puesto el tabaco? No me digas que se me ha olvidado, que a estas horas no hay ningún estanco abierto de camino. Aquí no está... aquí tampoco... en el bolsillo del pantalón... de la chaqueta... del bolso... ¡Pero si ahí ya había mirado! Primera caladita del día cruzando la calle. Bien. Todo empieza a encajar en su sitio. Esto está muy bien. Menos cinco. Desde aquí tardo cuatro minutos en llegar. Todavía llego a tiempo. Siguiente calle a la izquierda. Ya casi estoy. ¡ESE CABRÓN SE HA SALTADO EL SEMÁFORO! Nota mental nº3: inventar un sistema de pinchos que joda las ruedas de todo conductor que se salte un semáforo. Algo así como unas cuchillas que salgan del asfalto cuando se pone rojo. Business plan. Estudio de mercado. Fijo que el lobby de los productores de ruedas me ayuda a presionar a los ayuntamientos. Todo es cuestión de montárselo bien. ¿Les interesará a los compis del máster? a ver si llamo a éstos, joder, que les tengo olvidados. Por cierto, ¿habrá comentarios en el último post del blog de la clase? ¿Y en el mío? Seguro que no. Pandilla de sosos. ¡Coño! ¡Qué susto! Casi piso al chuchillo ese. Pobre. Un cachorrito. Me acuerdo de cuando mi perrillo era pequeñito. Molaría tener perro. No, no molaría nada. Acuérdate. Pelos, aspiradora, pelos, y eso que no te ocupabas tú. No, no molaría nada. Ni lo pienses. Pues podrían poner ceniceros en la calle. Mira, otra idea de negocio. Ya he llegado. Llama al timbre que hay luz. Seguro que hay alguien. Sí, me abren. Bon día. Por fin pazzzzzzzzz.
domingo, 4 de marzo de 2007
Les trois portes

_ Maître, un de tes amis dit de mauvaises choses sur toi
_ Attends _ Interrompit le maître _ As-tu déjà fait passer ce que tu vas me raconter par les trois portes ?
_ Quelles portes?
_ La première c’est la vérité. Es-tu sur que ce que tu vas me dire est totalement vrai?
_ Non, je l’ai écouté chez des voisins.
_ Au moins le commentaire aura passé par la deuxième porte, la bonté. Ce que tu vas me dire… C’est bon pour quelqu’un ?
_ Non maître, au contraire.
_ Et par la dernière porte, le besoin. Est-il nécessaire que je sache ce que tu veux me dire ?
_ Non, ce n’est pas vraiment nécessaire.
_ Alors _ dit le maître_ Si ce n’est pas vrai, ni bon, ni nécessaire, la meilleure des choses est de l’oublier pour toujours. "
Nous pensons rarement avant de parler. Nous sommes si pressés, si habitués à avoir des réponses tout de suite, que nous ne sommes plus conscients des conséquences que nos paroles peuvent avoir sur les autres.
Combien de fois as-tu édulcoré la réalité, as-tu caché ton point de vue par peur de que ton interlocuteur pourrait penser ? Combien de fois as-tu maintenu des propos qui n’étaient ni vrais, ni bons ni nécessaires ?
J’ai toujours dit à mes amis « si tu ne veux pas connaître la réponse à ta question, ne la pose pas. Si tu la poses, tu auras la vérité, telle que je la vois ». C’est incroyable la quantité de choses que nous demandons aux autres dans l’espoir qu’ils vont répondre ce que nous avons envie d’écouter. Et aussi les mauvaises réactions quand les réponses ne s’ajustent pas à leurs fantasmes.
Nous nous cachons souvent derrière des mots tels que diplomatie, politique, amour ou amitié pour justifier nos petits mensonges, nos petites mesquineries de tous les jours. Et après nous insultons les politiciens, les professeurs, les figures d’autorité pour faire de même.
Un peu plus de réflexion sur les mots que nous écrivons, les paroles que nous prononçons tous les jours. Nous ne sommes pas obligés de mentir à tout bout de champ, de prêter ouïe à tous les ragots que nous écoutons, de dire des choses que nous ne pensons pas.
martes, 27 de febrero de 2007
¿Quién eres?
