jueves, 29 de marzo de 2007

Standard


Me ha llamado la atención una soberana tontería. Ayer, después de muchas horas de trabajo, de mucha Coca-cola, y de mucho estrés, pasó lo inevitable, tuve que ir al servicio. Y me sorprendió, mientras me moría de gustirrinín allí, dando por fin rienda suelta a mi vejiga, me fijé en la estantería de vidrio y en el bote de detergente que estaba encima.

Lo sorprendente del asunto es que era una botella de Coca-cola, con un flus-flus (ya se, ya se, pero mi madre siempre los ha llamado así) acoplado y llena de jabón fosforescente.

De esta anécdota, me llaman la atención dos cosas. La primera que vivimos en un mundo de estándares. Que el paso de rosca del cuello de la botella de refresco sea compatible con el dispensador de un detergente me parece fascinante. Y es sólo un ejemplo de la gran cantidad de elementos industriales compatibles entre sí por estar fabricados en maquinas similares así como del esfuerzo por compatibilizar los diferentes objetos de la vida cotidiana.

La segunda cosa que me llama la atención es el tremendo sentido práctico de la señora (y no es que sea machista, es que donde estudio sólo son señoras) de la limpieza, que en vez que gastarse dos duros (o dos euros) en un bote de jabón nuevo, o en una recarga para aprovechar el dispensador, ha cogido una botella de Coca-cola, la ha rellenado de detergente, y la ha recliclado dándole una vida útil mucho más larga que los 15 minutos de beberse el refresco.

Todo esto para contar que me he sentido profundamente conmovida por un objeto tan banal, tan simple, tan fuera de lugar en este mundo de consumo, de usar y tirar, de más, mejor y más rápido.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Obligée


Avez-vous remarqué que les choses que nous faisons par obligation sont souvent mal faites ? Et même si elles sont bien faites, elles sont réalisées avec un état d’esprit assez particulier. On ne se sent pas tellement responsable de nos actions, puisqu’ « on m’a obligé » ou « je suis des ordres ».

Les humains vivons en cage, ou en cages. Au long de notre vie nous changeons une cage par une autre, la famille, l’école, la fac, les amis, le travail… Nous sommes obligés de satisfaire tout le monde, d’être parfaits dans chaque facette de nos vies, d’être souriants, conciliateurs, aimables, même quand nous n’en avons pas la moindre envie.

Et le pire c’est qu’à force de s’enfermer, on finit par ne pas voir la cage. Par ne plus se rendre compte de la quantité de mouvements, de compromis acquis avec les acteurs de ce grand scénario qu’est notre vie quotidienne.

Ça m’énerve. Faire quoi que ce soit par obligation, ça m’énerve. Et je sais que je ne peux pas échapper à beaucoup de mes obligations, aller en cours, faire mes courses, cuisiner, repasser, ménage. J’ai aussi des obligations qui me produisent une grande satisfaction : les entraînements de karate, écrire dans le blog, participer dans les blogs des autres, dans les forums.

Je suis arrivée à un accord avec ma famille. Avant je devais aller manger chez eux tous les dimanches, maintenant je vais quand je veux, et on est tout de bonne humeur quand on se voit, c’est un délice, puisque nous ne nous sentons pas obligés d’être aimables. Depuis, j’organise mieux mes WE, je suis plus contente de partager un repas de temps en temps avec eux, sans le besoin de devoir le faire par obligation.

Même chose pour les amis. On se voit quand on en a vraiment envie, sans contraintes, et on s’amuse bien plus que lorsqu’on se voyait tous les vendredis soir.

Pareil pour le travail. Il faut bien choisir où on va passer la plupart de la journée, car, si le travail nous déplaît, les huit heures minimum qu’on va passer à faire des tâches qui ne nous plaisent pas peuvent devenir infernales.

domingo, 25 de marzo de 2007

Defensa personal

Este sábado por la mañana asistí a un curso de defensa personal organizado por AMIE, el club de Artes Marciales del Instituto de Empresa, del que soy miembro fundador (o miembra fundadora, que ahora con esto de la corrección política nunca se sabe).

Hay que agradecer a Antonio Torres que nos haya dejado su gimnasio y a Paco Cotillo que haya ejercido de profe, con mucha, mucha paciencia.

Éramos sólo ocho participantes, de los doce previstos. Supongo que los sábados por la mañana, sobre todo estudiando un programa MBA, se está mejor en la cama que en cualquier otro sitio. Y lo siento por los que faltaron, porque estuvo francamente bien.

Lo más curioso, y lo más divertido también, fue que nos encontramos hablando sobre karate en tres idiomas. Con dos franceses, dos chinos, un alemán, dos españolas, y uno de nacionalidad desconocida, la clase fue una mezcla de culturas, idiomas y experiencias. Paco nos dio una lección de pedagogía, y nos sorprendió saludando en chino, y dando explicaciones en francés y español, que fueron traducidas, a veces desde el suelo y en posturas inverosímiles, al inglés.

Y así, entre gestos, traducciones muy libres, risas y explicaciones, pasamos tres horas muy instructivas aprendiendo a librarnos de un agarre, a estrangular correctamente al adversario, a escaparnos si nos estrangulan, a defendernos de un agresor armado y a relajarnos después de un ejercicio intenso.

Después, por supuesto, terminamos con unas cañas en un bar cercano, con sus tapitas de paella y chorizo, y todos preguntaron cuándo será el próximo curso. A los que sabían algo de antemano (dos aikidocas, dos karatecas) les sirvió para aprender técnicas nuevas. A los que no, les sirvió para acercarse al mundo de las artes marciales, para descubrir que no es tan cerrado y tan hermético como parece desde fuera, y a interesarse lo suficiente como para pensar en empezar a entrenar en el futuro.

En resumen, fue divertido, aprendimos mucho, conseguimos entendernos, y tenemos ganas de más. Así que ya puedo empezar a organizar el que viene…

jueves, 22 de marzo de 2007

Formation ou formatage

C’est marrant. Maintenant le summum c’est la créativité, l’originalité, l’esprit critique. C’est marrant qu’on nous raconte que ce sont les plus importantes clés du succès des entreprises. Et c’est marrant qu’on raconte cela à des gens qui ont passé plus de vingt ans dans le système éducatif où l’on enferme nos enfants.

L’éducation ne forme pas, elle crée les standards, ce n’est pas pareil. Chaque enfant, chaque personne est un monde, et le système éducatif transforme la diversité en monotonie. Il impose des normes de pensée, de comportement et de connaissances.

L’esprit libre des enfants est mis en cage, très tôt on nous apprend quels sont les comportements et les idées admises, et quels ne sont pas acceptables. Celui qui sort du standard est vite puni, isolé du reste, regardé et malmené par ses pairs.

Alors, je ne finis pas de comprendre comment veut-on que l’on soit créatif, qu’on ose défier l’ordre établi dans des conditions pareilles. La soumission au système est tellement intériorisée que défaire ce que vingt ans d’éducation nous ont fait devient une tâche presque impossible.

Cela demande un courage et une force de volonté hors du commun. Mais c’est quand même faisable. Il faut commencer par arrêter de penser que les autres ont toujours raison, et vivre notre vie comme bon nous semble. Après, ce que les autres pensent n’est pas si important que ça, et souvent, si on est la note discordante et après la première phase d’isolement, ce seront précisément eux qui viendront demander ton avis, juste parce qu’il est différent.

Ce qui est réellement important est d’être heureux, de vivre sa vie en accord avec les valeurs et les idées propres, qu’on s’est construit au fil du temps, et pas avec des valeurs et des idées empruntées.

Et puis après, oser faire ce qu’on a réellement envie de faire, malgré les autres, malgré l’opposition, malgré tout.

Toutes les grandes figures de l’histoire ont commencé comme ça, vous ne verrez pas grand-monde de vie grise, standard, vous regarder depuis les pages d’aucun livre.

Bon, je vais me faire taper dessus, heure de mon karate :-)

Erotismo

Venus de Milo - Musée du Louvre

La mitología clásica nos ha dejado palabras y mitos que se han ido desfigurando con el tiempo. Eros, que era un dios menor, era el patrón del amor exclusivamente entre hombres, y Afrodita (Venus romana) la patrona del amor carnal entre el hombre y la mujer. Es curioso que el erotismo se entienda ahora como algo vago y difuso con fuerte componente sexual, y venérea describa una familia de enfermedades nada recomendables. (¿Machismo del lenguaje?)

El sexo está por todas partes. En televisión, cine, Internet, en las marquesinas de las paradas de autobús. El sexo vende, y no lo digo yo. En Google hay 391 millones de entradas para “sex” y 359 para “god”. Estamos rodeados de sexo, de cuerpos desnudos y saludables, de escenas de cama cuidadosamente coreografiadas en cada película. Y de mensajes que nos dicen cómo tenemos que vivir nuestra sexualidad, de lo que es normal y de lo que no lo es.

¿Y la realidad?

Vale con dar una vuelta por ciertos foros para darse cuenta de la confusión que se vive en la calle. Ayer, sin ir muy lejos leía varios posts de gente que se pregunta si debe aceptar la sodomía como algo natural, o un trío con su pareja y otra persona, o introducir diferentes objetos por los orificios de su cuerpo…

Los medios nos machacan con que vivimos en un mundo muy individualista, en el que cada uno debe vivir como mejor le parezca. Pero al mismo tiempo todos queremos estar en la norma. El problema es cuando la norma no existe. Y en un dominio tan privado como el de la intimidad entre dos personas las reglas se deciden de mutuo acuerdo.

El problema es que como el sexo sigue siendo tabú y llegamos a ser adultos con la educación sexual de una lechuga, la única referencia que tenemos es la pornografía, y aunque fantasear sea humano y lógico, no veo por qué pensamos que matar gente con una sierra mecánica es sólo una película y la sangre es ketchup, y en el dormitorio nos sentimos obligados a emular a las estrellas del cine X.

Mucha comunicación, una gran dosis de tolerancia, kilo y medio de respeto, un puñadito de forma física, espolvorear con imaginación, tres pellizcos de sentido del humor, vaso y medio de ganas, tres cucharaditas de deseo, y una pizca de cursilería. Los mejores ingredientes de un buen sexo.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Baballe

J’ai un nouveau jouet. Et oui. Une Powerball. Ça sert à muscler les poignets et les avant-bras. C’est simple à utiliser et ça fatigue énormément, mais c’est aussi un vice, puisque j’essaye tout le temps de battre mon record de rpm.

Pourquoi je me suis acheté un nouveau gadget ? Pour commencer parce que je voulais éviter de souffrir du syndrome du canal carpien (une recherche su Google sert à illustrer cette maladie à surnom géographique) puisque je passe beaucoup d’heures la main accrochée à la souris. D’un autre côté et bien plus important parce que j’ai commencé á faire des entraînements durs avec des paos (espèce de coussins durs qu’on utilise aux entraînements), et ce n’est pas pareil de frapper en l’air ou de marquer que de taper sur une surface dure. Les poignets en souffrent et je n’ai surtout pas envie de lésions.

En tout cas, ce qui est sûr c’est que ça devient vite une addiction. Dès que je m’assois quelque part je démarre le truc. Ce que je crains c’est les courbatures aux avant-bras demain. Si j’étais un mec ça se prêterait à des commentaires sur mes activités nocturnes. Étant une fille, je peux me le permettre sans déclencher plein d’arrière pensées de la part de mes amis et collègues.

Le truc a un gyroscope qu’il faut démarrer à l’aide d’une petite corde. Dès que ça se met à tourner ça génère de l’électricité qui alimente des LED (bleues dans ce cas, il y en a d’autres). Pour pas que ça s’arrête il faut bouger le poignet en cadence, mais le problème (ou le but) est que ça génère aussi une force centrifuge, qui arrive à 18Kg au maximum, proportionnelle à la vitesse à laquelle tu le fais tourner. Il faut donc bien agripper la chose puisque d’un côté ça vibre et d’un autre ça essaye de s’échapper.

En tout cas, chouette mon nouveau jouet. Un vice de plus, mais très sain celui-là.

lunes, 19 de marzo de 2007

Por los pelos

Las señoritas de Aviñón - Pablo Picasso

Ya casi estamos en primavera. El Corte Inglés nos avisó hace unos días y el calendario no miente. Ya se acerca, ya viene, ya está aquí.

Por un lado, parece que apetece que los días se alarguen, que salga el sol, que la temperatura suba… Pero viene también el momento de quitarse la ropa.

Con lo a gusto que estoy yo con mis pelos y mis michelines, leñe. Y ahora vuelta a la dieta y a la tortura de la depilación. Y es que mira que sufrimos las mujeres. Y lo peor es que es voluntario, que en teoría no nos obliga nadie. Pero en la práctica no hay manera de evitar pasar porque nos embadurnen las zonas más sensibles del cuerpo con una pasta pegajosa, que será arrancada a fuerza de tirones llevándose nuestros pelos y nuestra dignidad.

Y es que yo conozco pocas cosas más incómodas que las posiciones que hay que adoptar para depilarse. Ya sea sola en casa o en un centro de belleza (o de tortura), las piernas estiradas, dobladas, abiertas, cerradas, los brazos arriba, abajo… Coge la cera con esa espatulita ridícula de madera, intenta que no gotee por todas partes, extiéndela por la zona a depilar. Y joder, se me había olvidado comprobar la temperatura así que me abraso la axila. Espero a que se enfríe y tiro. Es como asomarse al monolito: “está lleno de estrellas”, pero en tu cuarto de baño y sin la fotografía de Kubrick.

Peor es ir a que una desconocida te diga con voz de sargento “abra las piernas” y te extienda una de esas sustancias pegajosas a base de miel en las ingles. Y de repente, presa de una inspiración súbita, te pregunta “¿normales o brasileñas?”. Humm, no lo había pensado antes, pero ya que estoy aquí, brasileñas suena bien. Craso error. O las brasileñas tienen un aguante que yo no tengo o no tienen pelos que arrancar. Si no, no me lo explico.

¿Y qué decir de esos aparatitos eléctricos infernales que nos venden mujeres guapas y sonrientes? Intenta arrancarte los pelos con uno. Lo último que tienes son ganas de sonreír. Primero el ruido, porque esos cacharros vibran, y mucho. Después, cómo recoges los pelos que van cayendo, porque no los vas a dejar en el suelo. Luego la postura rompeespaldas, que hace falta ser flexible para verse la parte de atrás de los muslos. Y duele. Mucho.

Así que cuando vayas a la playa o a la piscina, piensa en las horas de sufrimiento que hay acumuladas detrás de esos cuerpos lampiños y bronceados al sol. Y luego, disfrútalo, al fin y al cabo, sólo son dos días.

sábado, 17 de marzo de 2007

Rêves

Imagen: www.evaristoguerra.com


Je rêve souvent la nuit. Et le matin je me souviens de mes rêves. Ils sont absurdes, la plupart du temps. Des histoires que je ne pourrais pas raconter sans en perdre le sens. D’autres sont angoissants, me font peur, des cauchemars qui me harcèlent la nuit.

Mais tous ont une chose en commun, ils sont réels sur le moment.

Parfois ça m’arrive de visiter un endroit que je ne connais qu’en rêve. Et d’y retourner de temps en temps. Ces paysages oniriques n’ont rien de spécial. Il y a une station de ski, une école, un centre commercial, une vallée entre montagnes, un hôtel… des fois ce sont des rêves agréables, je me promène en compagnie de gens que je connais, on parle. D’autres fois ça a une claire teinture érotique et je ne peux pas m’empêcher de rougir si je vois la personne qui a partagé mon fantasme involontaire les jours après. Rêver d’une dispute ça m’arrive aussi, et des fois je ressens une animosité envers quelqu’un qui, au fond, ne m’a jamais rien fait.

Quand ce sont des cauchemars, c’est le pire. Je me réveille angoissée, apeurée, tremblante. Mais le temps m’a appris à les exorciser, je me lève, je bois de l’eau, je me promène chez moi, le temps que les battements du cœur reprennent un rythme normal. Puis je me recouche. Le cauchemar ne revient presque jamais.

Ce qui me manque le plus c’est que quand j’étais petite je rêvais souvent de voler. Le sentiment de liberté, de mouvement en trois dimensions, l’air qui battait dans mes oreilles. Je sais qu’il y a une explication fabriquée de toutes pièces par les psychologues, mais elle ne me sert pas à apaiser mon manque. Je veux rêver de voler. Je veux redevenir enfant, ne serait-ce que le temps d’une nuit.
Pour WW :-)

viernes, 16 de marzo de 2007

Compañeros de viaje


Todos los días cojo el metro en hora punta.

Es una experiencia a nivel humano, por usar una de las expresiones de moda. Pero muy, muy, muy humano. Empieza al bajar las escaleras, sorteando a la señora del carrito, al chaval de la mochila y a la de los tacones. Llegas al torniquete de entrada y el de delante tiene que buscar el billete, lo que hace que con las prisas, te empotres contra su espalda. Llegas al pasillo, y te adelantan los que corren por todas partes, parecen recién salidos de un simulacro de incendio.

Llego al andén, está tan lleno que no se ven las vías. El cartel indica que el próximo metro llegará en un minuto y el ambiente se tensa. Sobre todo porque sabemos que no cabremos todos en el tren. Cuando se oye el estruendo que llega por el túnel, todos se acercan a las vías. Todos menos los que están al borde, que ponen cara de pánico. Y es que un día de estos se nos cae alguien al pozo.

Por fin. Los vagones están ahí. Tan llenos que sólo se ven cuerpos aplastados contra los cristales. Se bajan cuatro. Subimos siete. Con el tiempo he desarrollado una depuradísima técnica de codo en las costillas para hacerme un hueco en los trenes saturados. Muchos se quedan en el andén con cara de pocos amigos, pero yo lo he conseguido. Una pequeña victoria. Que sabe a poco, porque la lucha por los pocos átomos de oxígeno libre que hay en el vagón ocupa toda mi atención. La mezcla de olores ha debido de asustarlos, porque entre el desodorante, la colonia, la laca, el maquillaje, el sudor, sobre todo el sudor… Pero bueno, ¿cómo se puede oler a rancio de esa manera por la mañana? Cuando el azar de la hora punta te pone nariz con sobaco en el metro, adquieres un grado de intimidad tremendo con un perfecto extraño. Lo único que puedo esperar es que no tenga nada contagioso.

Ya llegamos a mi parada. Extirparse de la masa de brazos, piernas y otros trozos de persona que prefiero no identificar (por Dios, que lo que tengo clavado en el culo sea un mechero) no va a ser fácil. Preguntas al de delante “Yo me bajo en la próxima ¿y usted?” como en la obra de teatro, y te contesta con un “yo también, si puedo”. El tren frena, te pegas un poco más a los que están a tu alrededor, hay que ver lo que unen unos frenos. Se abren las puertas. Sales a codazos, pisas unos zapatos de diseño (eso le ha dolido, seguro) y llegas a las escaleras mecánicas. Como están empinadas, al ir detrás de uno que sube por la izquierda tienes las posaderas del susodicho a la altura de la boca. Alguna vez me ha tentado tirar un buen mordisco, sólo por romper la rutina (por eso y porque hay culos de escándalo en el metro, y una no es de piedra). Claro que también puede ser una chica con una de esas faldas que parecen cinturones anchos, y compruebas lo de moda que se han puesto los tangas y las ingles brasileñas.

Falta todavía cruzar la puerta, si no te la tiran encima, que mira que le costaría poco al cenutrio ese sujetarla abierta un microsegundo más, pero no, te la deja caer en la cara.

¡Ya veo la luz! Estoy en la calle. Miro a mi alrededor, buscando a mis queridos compañeros de viaje. Estamos en el cruce, esperando al semáforo, con los pelos a lo loco, el traje arrugado y cara de veteranos de guerra.
Y mañana más.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Douleur


J’ai des bleus partout. Aux bras, aux jambes, aux coudes, aux genoux… Il ne faut pas penser que je suis une masochiste incurable, non, ce n’est pas ça. Bon, peut-être un peu. Je fais du karate.

J’ai aussi des courbatures. Aux bras, aux jambes, au ventre, au cou, partout. Mon prof me fait découvrir tous les jours des muscles dont je ne soupçonnais même pas l’existence.

Et ça fait mal. Mais c’est étrangement satisfaisant en même temps. Je considère les courbatures comme un état transitoire, je sais qu’elles vont disparaître, que ça ne dure que quelques jours. Pour moi, elles sont le prix d’un travail bien fait. De l’effort apporté, de la sueur, de l’essai quotidien d’atteindre la perfection.

Les bleus, eux, sont le résultat de mes succès. J’ai réussi à bloquer les attaques de mes partenaires, avec les bras, les jambes. Chaque fois que je les regarde je pense que ces coups étaient portés sur mon visage, mon ventre ou ma poitrine, et je pense aux conséquences si ces coups étaient arrivés à bon port.

Je sais que beaucoup d’amants d’Arts Martiaux pensent comme moi, qu’ils portent avec orgueil les stigmates de leur passion. Et je sais aussi que beaucoup de gens ne comprennent pas comment on peut être fiers de nos hématomes, de nos courbatures, de nos douleurs.

D’ici je veux répondre que la douleur est relative si elle vient d’une activité qu’on aime, que la douleur physique est bien plus supportable que celle de l’âme.

Le karate, comme les autres arts de la guerre japonais, n’est pas violent. Il y a des attaques et des défenses, c’est vrai. Comme c’est vrai que nous apprenons des façons plus effectives de frapper sur quelqu’un d’autre, mais l’entraînement sert surtout à ne devoir jamais utiliser les techniques apprises. Le karate c’est du zen en mouvement, nous offre un moment de calme et de paix intérieure pendant l’entraînement, la recherche de la perfection, les mouvements, l’harmonie entre le corps et le mental. Vu comme ça, quelques bleus et courbatures sont un mince prix à payer pour la plus grande des récompenses.

martes, 13 de marzo de 2007

Vida real/Vida virtual


Me he encontrado con un artículo muy entretenido en el blog de Enrique Dans sobre la frontera entre vida real y virtual. Pero ¿de verdad existe tal límite? ¿Tan diferente es la vida real de la virtual? ¿Tanto mentís en la red?

La red da lugar a cierta esquizofrenia, es cierto. Muchos se inventan un “alter ego” en la web, un personaje que es todo lo que no son y todo lo que les gustaría ser. Es un problema, porque terminan por no tener muy claro quiénes son realmente. Yo creo que una relación sana con la red implica mantener la misma personalidad.

Soy real. Aunque el único contacto que tengo con mucha gente sea un nick en la cabecera de mis artículos o comentarios o posts en foros, tengo carne, y piel y huesos. Pero también soy un conjunto de pixels, unos bits que forman palabras. ¿Son más reales mis ideas por estar expresadas en forma de ondas de sonido en una conversación cara a cara que si las transformo en unos y ceros? ¿Mi yo digital es menos real que mi yo analógica? No. Definitivamente no. Soy tan responsable de las tonterías que digo en persona que de las que digo en la red. Con una diferencia, mis idioteces de la red llegan a más gente. Cuando hablo suele ser para un grupo muy reducido de personas, preferentemente con una cerveza muy fría en la mano.

No considero esas dos formas de comunicarme como dos facetas de mi vida distintas. En analógico hablo sobre mi blog, y en mi blog sobre mis relaciones analógicas. ¿Vosotros diferenciáis a estas alturas entre las conversaciones telefónicas y las conversaciones cara a cara? ¿De verdad dices “hablé con Fulano el otro día por teléfono” o sólo “hablé con Fulano el otro día”? ¿Por qué voy a tener que puntualizar el medio utilizado? ¿Soy una persona distinta porque esté al teléfono? ¿Voy a decir cosas en las que no creo? ¿Voy a insultar al que esté en el otro lado de la línea (si no se lo merece)? No, no y no. Soy la misma persona, independientemente de cómo me comunique.

Lo que no quiero hacer es perder la noción de equilibrio. Relacionarse sólo a través de la red no sólo está mal considerado, sino que también hace falta contacto humano. Tocar y ser tocado, besar y ser besado, acariciar y ser acariciado. Y es una parte importante de las relaciones humanas que no se puede suplir con la red, o al menos no hasta que no mejore mucho la tecnología de realidad virtual, aunque eso es otra historia. Pero a estas alturas de la sociedad de información, no entrar en la web significa pasar al lado de muchas oportunidades de intercambiar ideas y conceptos con un público mucho más amplio que al que podemos aspirar la mayoría de los mortales.

Lo que pasa es que Internet es demasiado nuevo. Hay mucho friki suelto, las noticias relativas a la red en los medios de comunicación son siempre malas (pedofilia, pirateo, hackers, phishing, terrorismo), y como moverse con soltura por la red requiere ciertos conocimientos, asusta a buena parte de la población. Usamos un lenguaje propio, parece otro idioma. El otro día intenté explicar a mi madre, muy analógica ella, cómo funciona el webmail, y vi lo complicado que es bajar el nivel de lenguaje para que te entienda todo el mundo.

Paso gran parte de mi vida pensando (cuando no como, duermo, o me dedico a otras actividades básicas), comunicando, intercambiando ideas y opiniones. Eso es mi vida. Y no es menos real porque se haga en persona o a través de una pantalla.

Manque d’inspiration: panique de la feuille blanche


Hier je voulais vous raconter plein de choses, mais quand je me suis assise devant l’écran on aurait dit que j’avais un grand vide dans la tête. Toutes les idées s’étaient envolées.

Ça m’arrive parfois, je veux raconter une histoire et je ne trouve pas les mots pour le faire. J’écris une ou deux phrases, je les efface, je les change, puis je les efface à nouveau.

Ecrire n’est pas simple, surtout quand on raconte des histoires vraies, des sentiments, des évènements vécus…

C’est un peu comme enlever les vêtements pour la première fois devant des inconnus, on est très conscient du regard des autres. On espère qu’ils seront indulgents, les fautes d’expression peuvent être comme les petites imperfections de la peau, inévitables. Ce que l’on veut c’est que le lecteur aille voir plus loin et ne s’arrête pas dessus.

Publier tes opinions fait que tu t’exposes volontairement aux critiques des autres. Internet est la grande vitrine qui permet à tous de se mettre en avant, d’exprimer des peurs, des faits, des idées. Je n’aurais jamais pensé que le nombre de visiteurs sur ce blog serait aussi constant. Je n’aurais jamais pensé que mes petites histoires intéresseraient d’autres que moi, mais apparemment c’est le cas.

On veut tous être aimés et appréciés pour ce que nous sommes et ce que nous pensons, mais il faut beaucoup de courage pour s’exposer aux autres, et beaucoup de tolérance pour accepter les critiques. En tout cas, c’est enrichissant, j’apprends tous les jours.

D’un autre côté, écrire c’est bon pour le mental, ça le « nettoie » en quelque sorte. Le fait de devoir ordonner les idées et leur donner des mots, des phrases, fait qu’elles soient plus nettes, plus définies, plus précises. Ça remet un peu d’ordre dans le chaos.

Merci de me lire.

domingo, 11 de marzo de 2007

¿Qué tienen en común el arbitraje de karate y el sexo?

Pincha en la imagen para verla más grande.


Todos hablan de ello, de lo bien que lo harían puestos en situación, pero muy pocos son los que realmente saben cómo funciona, qué hacer y cómo y cuándo hacerlo.

Hoy he tenido la ocasión de ir al Campeonato de Castilla La Mancha Infantil de karate, celebrado en Valdepeñas.

Como siempre en estas ocasiones, las gradas estaban llenas de los familiares de los chavales que salen al tatami a disputar uno de los trofeos que presiden la sala. Así, cada competidor tiene su club de fans que le arenga y le aplaude a cada movimiento.

Hay que entender que para la multitud de padres, madres, hermanos, hermanas, tíos, tías, primos, primas, alguna vez hasta amigos de la familia, el último producto de los genes del clan no es sólo el mejor, sino que es el que más esfuerzo, más empeño, más ilusión y más ganas ha puesto en la competición. Y es perfectamente comprensible que sientan los éxitos o fracasos de sus chicos como propios.

Lo que ya no es de recibo es que esa multitud de adultos se comporte como una panda de energúmenos violentos y no sólo menosprecien sino que insulten abiertamente al colectivo de árbitros.

El karate es uno de los pocos deportes en que hay más jueces que deportistas en el área de competición. Son de tres a cinco personas (sin contar arbitrador, cronometradores, etc.), capaces, profesionales, que entrenan desde hace muchos años, que ostentan grados altos dentro del karate, que han pasado por múltiples cursos, exámenes, que sacrifican su tiempo libre, sus fines de semana, para que los campeonatos puedan celebrarse. Es vocacional. Las pequeñas compensaciones económicas percibidas no compensan el tiempo libre perdido. El que lo hace, lo hace por ilusión, porque le gusta, porque lo disfruta tanto o más que los competidores.

Tanta pasión hay que recompensarla por lo menos con respeto, no sólo por las decisiones arbitrales (¿Quién mejor que ellos para conocer el reglamento?) sino también por el trabajo que los árbitros hacen cada sábado y cada domingo, y por la profesionalidad que demuestran día tras día.

El karate, en contra de lo que la imaginación popular piensa, no es un deporte violento. Se basa en el respeto, en la humildad y en el esfuerzo personal de cada uno, entre otras cosas. La violencia se restringe a ciertos momentos y está muy reglamentada en el cuadro de las competiciones. No existe animosidad entre los competidores, sólo el deseo de ser el mejor, y siempre desde una base de respeto hacia el compañero que está enfrente.

¿Qué educación están dando a sus hijos los padres que gritan insultos desde las gradas? ¿De verdad que enseñan respeto, compañerismo, lo que ahora se llama “buen rollo”? No. Enseñan individualismo, competitividad, desprecio, violencia. Todos principios contrarios a lo que los chavales aprenden cada día en el gimnasio donde entrenan.

Cuando no son insultos a los árbitros, son expresiones del estilo “¡mátalo!”, “¡dale fuerte!” y en categorías donde el contacto físico está prohibido, es muy chocante escuchar este tipo de propósitos. Sobre todo cuando vienen de padres de chavales de 12 a 15 años.

A ver si dejamos de enseñar la violencia a nuestros jóvenes, y les enseñamos la tolerancia y el respeto. Nos iría mejor a todos.

sábado, 10 de marzo de 2007

Peur

Imagen: www.amazon.com

« Je ne connaîtrai pas la peur, car la peur tue l’esprit. La peur est la petite mort qui conduit à l’oblitération totale. J’affronterai ma peur. Je lui permettrai de passer sur moi, à travers moi. Et lorsqu’elle sera passée, je tournerai mon œil intérieur sur son chemin. Et là où elle sera passée, il n’y aura plus rien, rien que moi. » Frank Herbert. Dune.

Contrôler sa peur est une des choses les plus dures qui existent. La peur est comme une grosse bête qui grimpe dans le ventre, qui prend les poumons dans ses griffes, qui paralyse et le corps et l’esprit. Elle arrête toute action, toute pensée. Elle prend le contrôle du corps et de l’âme et empêche de prendre les bonnes décisions.

Elle apparaît quand on se retrouve face à l’inconnu, face à un trop plein de sensations. L’adrénaline provoque plusieurs effets : le cœur bat plus vite, la respiration se fait saccadée, le corps tremble pour échauffer les muscles en vue d’une possible fuite, la peau transpire et dans les pires cas, les intestins, l’estomac ou la vessie se vident.

Certains diront que se placer soi-même en situation de stress est légèrement masochiste. Et il y a quelque temps j’aurais dit la même chose. Mais il y a longtemps déjà, j’ai décidé d’affronter ma peur et de la laisser passer, comme dans la litanie contre la peur qui ouvre l’article.

Il ne faut pas non plus devenir téméraire, mais se laisser bloquer par le stress est une réaction absurde. Ça fait rater plein d’opportunités. Et puis il y a des peurs irrationnelles, auxquelles il ne faut surtout pas prêter oreille. Par exemple les examens, ou parler en public, ou oser exprimer ses sentiments, ou combattre à l’entraînement. C’est la peur ce qui empêche les gens de briller, d’être heureux. La peur de changer, la peur au ridicule, la peur au refus.

Le courage n’est pas l’absence de peur, mais sa maîtrise.

Si je n’étais pas arrivée à contrôler ma peur, je n’écrirais pas ces articles. Je serais terrorisée à l’idée de ce que vous, qui me lisez, pourriez penser de moi. Maintenant j’ai compris que je préfère partager mes idées et mes pensées. C’est toujours mieux que de rester dans sa coquille. Sans partage, sans communication, il n’y a pas d’évolution possible.

jueves, 8 de marzo de 2007

Leo, luego existo

Todavía era un mico, no levantaba tres palmos del suelo y ya tenía libros. Me acuerdo de muchos de ellos. Había uno con pollitos, otro con conejos, otro con colores y formas, otro de ballenas…

No tenían letras, tampoco me habrían servido de mucho, no sabía leer. Eso sí, aquellos libros estaban llenos de historias, cada día una distinta. Mi madre me pedía todas las noches que le contara un cuento, y todas las noches me inventaba una historia mirando aquellos dibujos.

Me mandaron al cole, y ya no podía dibujar en una hoja en blanco, había que colorear dibujos, llenar páginas de palotes… Me enseñaron a leer y escribir. Los dictados venían ya hechos, las redacciones tenían un tema predefinido, los libros explicaban sin derecho de réplica.

Más adelante, los contenidos se complican aún más, se estudian fechas, personajes, hechos, ciencia, desde la óptica de la institución donde te hayan encasillado, sin preguntar tu opinión. Estudia, aprende, saca buenas notas, no preguntes, no critiques, es así, y punto.

En la facultad, las cosas no se arreglan. El profesor suelta su charla y escuchas, tomas apuntes, regurgitas lo que te han embutido a lo largo del curso en una hoja de examen y se te evalúa en función de lo que has conseguido recordar.

Afortunadamente conservé mi pasión por los libros. Ya no tenían conejos, ni pollitos, tenían palabras. Muchas. Ricas. Variadas. Cultas. Vulgares. Leo por placer, y leo de todo, desde los clásicos de cualquier literatura (y si es posible en versión original) hasta los últimos best-sellers. Soy una lectora compulsiva, devoro las páginas.

Gracias a eso he conseguido tener opinión propia. Leo varios periódicos a diario, y me pongo en cuestión todos los días. A mí y a lo que me rodea. Y a mis maestros, a mis profesores, a mis amigos y compañeros. Gracias a eso tengo herramientas para observar el mundo y hablar de él.

Me gusta el tacto del papel. El olor a imprenta. El filo de los libros nuevos. El ruido que hacen las hojas al pasarlas. Y a base de leer, de soñar, de imaginar, he conseguido reservar un hueco aquí dentro a aquél mico que se inventaba historias cada noche.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Ragots

Imagen: http://www.tvhistory.tv/1946-1949.htm

C’est incroyable ce que les espagnols aiment les ragots. Médire du voisin est tout un sport, élevé à la catégorie d’art. La presse fait écho des histoires de jambes en l’air de toute une flopée de gens soi-disant connus, chanteurs, acteurs, politiciens, sportifs… Le pire n’est pas là. Hier je suis tombée sur une interview, à l’aide d’un détecteur de mensonges, d’une femme dont la sœur et la mère sont accusées d’avoir empoisonné l’homme de la famille. Incroyable.

Ce n’est guère étonnant que des programmes de téléréalité aient autant de succès. Nous aimons savoir ce que fait le voisin quand il est chez lui. C’est comme les vieilles cours intérieures de communauté de voisins où tout le monde s’épiait par la fenêtre, mais à niveau d’état. Et encore, si ce n’était que ça…

Ces personnages, issus des pires cauchemars, ou du plus loufoque des films d’Almodovar (danseuses de striptease, gigolos de plage, caïds de quartier, …) se retrouvent plus tard dans les débats politiques et ont le droit d’opiner dans des milieux de communication massive. Leurs opinions sans fondement, leurs commentaires incultes, sont écoutés par des milliers de personnes et répétés à leur tour à l’heure du dîner familial.

En Espagne c’est tout un phénomène de masse, les gens aèrent leurs petites mesquineries à la télé, se demandent en mariage, se disent les pires insultes, s’accusent de crimes… Tout ça en après-midi, pour que la folie atteigne aussi les plus jeunes de la maison, qui passent des hueres et des heures à regarder ces personnages vomir des paroles vides de sens.

Que peut-on attendre d’un pays qui a permis qu’un voleur de convoi de banque et qui s’est empoché des millions d’euros (pesetas à l’époque) devienne un chanteur à succès dont tout le monde recherchait la compagnie ? D’un pays où le pire maffieux qui soit est devenu maire et propriétaire d’une équipe de foot ?

Je ne veux pas dire que la télé en France ait un grand niveau intellectuel, mais au moins les délinquants n’ont pas leur mot à dire, les procès restent aux tribunaux, et les interrogatoires au commissariat, et pas dans le programme de ragots de 16h de n’importe quelle chaîne publique de télévision.

Deseos insatisfechos


Ahora se habla mucho de que si la generación Y, la generación X,… Yo lo llamaría la generación “click”.

Lo queremos TODO y lo queremos YA, como decía la canción. No estamos dispuestos a esperar cinco minutos a que baje una foto en la ventana del navegador, ni a esperar días o semanas a que llegue una carta. No queremos esperar a que nuestros amigos o familiares lleguen a casa para poder hablar con ellos por teléfono. No esperamos a leer el periódico para enterarnos de las noticias del día.

Ahora se habla del síndrome de atención parcial continua o APC (ver:
http://humanresources.blogs.ie.edu/). Parece que nos sentimos obligados a estar disponibles, conectados, que somos incapaces de concentrarnos en nada demasiado tiempo. Los sacrificios personales están mal vistos, somos egocéntricos, egoístas, creemos que todo es posible aquí y ahora porque es lo que nos han vendido. Palabras como esfuerzo, trabajo, sacrificio, dedicación, tiempo, han desaparecido del vocabulario políticamente correcto. Ahora se lleva el éxito fácil, ser joven, guapo, rico y tener éxito. Y si no, ¿por qué miles de chavales se presentan a castings para operaciones triunfo, grandes hermanos y compañía? Está de moda el dinero fácil, el triunfo rápido y sin esfuerzo.

Quiero romper una lanza a favor de la espera, del anhelo, de la paciencia. Y del sacrificio, del esfuerzo, del trabajo duro, de los fracasos, del aprendizaje, y de todos esos conceptos que ahora ya son casi, casi considerados románticos.

Que conste que no estoy diciendo que no me guste la tecnología, que no me guste poder estar conectada con el mundo entero desde mi salón, que no me guste conseguir lo que quiero sin demoras. Pero también soy consciente de que hay cosas por las que merece la pena esperar.

Eso sí, cariño, el sábado no te escapas…

martes, 6 de marzo de 2007

Ni ju kun


Je ne prétends pas être une grande experte en philosophie orientale, et ceci n’est que mon opinion, ça n’engage que moi. D’ailleurs, le débat est ouvert, si vous voulez ajouter d’autres interprétations du texte.

Je veux commenter les vingt principes du karate. Un par un. Expliquer les principes tels que je les vois.

Karate do wa rei ni hajimari, rei ni owaru koto wo wasuru na
N’oublie pas que la voie du karate commence et finit avec le salut.

C’est le premier des vingt principes du karate do énoncés par Gichin Funakoshi, fondateur du karate moderne, pour ses élèves. La plupart des pratiquants connaissent ces principes, beaucoup d’entre eux les respectent, quelques uns essayent de les suivre pas seulement au dojo, mais aussi dans la vie de tous les jours.

J’assiste à pas mal de compétitions de karate et je suis consternée par le manque de courtoisie des sportifs. Ils ont l’air d’avoir oublié que saluer l’autre en inclinant le torse est une partie non négligeable de leur art. Ils ont l’air d’oublier que c’est un art. Je ne comprends pas comment le salut traditionnel quand on rentre sur le tatami, le salut à la table d’honneur, aux arbitres et aux rivaux s’est transformé en un hochement de tête, à peine esquissé.

La courtoisie me paraît la première des choses que quelqu’un qui n’est plus un enfant doit exercer pour vivre en société. Heureusement, nous ne vivons pas seuls mais en compagnie de nos semblables, et les règles de courtoisie existent pour que les frottements de tous les jours n’érodent pas trop notre côté civilisé et laissent ressortir les vieux instincts.

C’est vrai qu’au Japon cette courtoisie est ritualisée, exagérée, rigide, du point de vue occidental, mais c’est tout aussi vrai que ça fait partie du karate, que c’est le premier des principes énoncés par le fondateur du karate moderne, et que tout pratiquant devrait respecter au moins ce minimum. Quand tu vas combattre un rival, tu n’es pas un animal sauvage (la plupart ont, d’ailleurs, leurs propres rituels), tu es une personne très entraînée, qui connaît des règles et des techniques, qui a de bons reflexes, qui s’est préparé, souvent pendant des années pour ce moment. Pense, un seul instant, que celle ou celui que tu as en face a fait de même, et apprends à le respecter.

Francés y falsos amigos

Cuando dos idiomas se parecen existen muchas veces palabras similares que no quieren decir lo mismo. Es el caso entre el francés y el español.

En varios años viviendo en Francia y en contacto con españoles, me ha dado tiempo a recopilar varias anécdotas sobre el tema.

Constipado y “constipé”. Si vas a una farmacia y pides algo porque estás “constipé” lo más probable es que te quedes con tu resfriado, y además te den un laxante para la “constipation”, con lo que no saldrás del baño del hotel y no entenderás lo que te pasa.

Gato y “gateau”. Sí, hay “gateau” en las cartas de los restaurantes. Y es una tarta, nada que ver con los felinos, ni con el gato por liebre, ni con ningún otro mamífero.

Pino y “pine”. Si pides un ambientador con olor a “pine”, lo más probable es que piensen que estás mal de la cabeza, que el dependiente de la droguería se tenga que agarrar al mostrador presa de un violento ataque de risa, y que tú no entiendas gran cosa. Habrás pedido un ambientador con olor a sexo masculino, a polla, vaya, para entendernos. Y es que “pine” es una palabra muy, muy vulgar.

Besar y “baiser”. Aquí hay que matizar. Si dices que quieres un “baiser”, seguramente obtengas un beso. Si traduces literalmente bésame por “baise-moi” la persona que tengas enfrente pasará por todos los colores del arcoiris. Si es un chico, le brillarán los ojos y querrá acompañarte a casa a cualquier precio, si es una chica y no la conoces mucho, hay probabilidades de que te lleves un desaire, y es que acabas de pedir al que tienes enfrente que te… que te folle, vaya. Y es que conjugado como verbo y sin poner un numeral delante “un baiser, deux baisers, …” es una palabra muy directa para referirse a la cópula.

Algunas me las han contado, otras las he vivido en mis propias carnes. Existen muchas más parejas de palabras que se parecen. Así que ten mucho cuidadito si te tienta traducir chaleco por “chalequé”. El francés es un idioma sutil, lleno de matices, de dobles sentidos, tan complejo como el español.

Aunque no me hagas mucho caso. Con lo divertido que es ver a un guiri meter la pata…

lunes, 5 de marzo de 2007

Olerte


Olerte. Lo que daría por olerte. Y mira que lo pensé cuando te fuiste. No seas tonta, quédate con la camisa. Escóndela para quedártela. Pero no, pudo más la honradez que la codicia de tus reliquias. Y mira que me habría venido bien, tu camisa. Para dormir abrazada a ella y olerte.

Me gusta cómo hueles. Me gusta más cómo sabes, pero arrancarte un trozo de piel para llevármelo a la cama me parece excesivo. Además, si no está enganchado al resto de ti no tiene gracia.

Y es que tu sabor me chifla. Sólo lo puedo comparar a las palomitas en el cine, o a un helado de limón un día de mucho calor, o a una cervecita fría en una terraza en pleno mes de agosto.

Por eso lo primero que hago cuando te veo es hundir la cara en tu cuello y besar ese rincón de piel que enmarca el cuello de tu camisa. Porque me encanta sacar la punta de la lengua y saborear tu piel. Luego ya puedo hablar, pero el ritual del saludo no me lo quita nadie.

Otra de las cosas que me vuelven loca es pasar la mano por tu espalda y notarla caliente. Mira que es tonto. Claro que está caliente, estás vivo, pero a mí me asombra siempre ese calor. Eso y los latidos de tu corazón si apoyo la oreja en tu pecho.

Son nimiedades, son cosas pequeñas, puede que no sean siquiera importantes, pero para mí, poder seguir con mi ritual cada vez que te veo, es como si todos los días fuera mi cumpleaños. Estás vivo, estás aquí, estás conmigo.

Cadeau


C’est comme déballer les cadeaux de Noël. Tu ne sais pas ce qu’il y a à l’intérieur, tu ne vois que les brillantes couleurs métallisées de l’enveloppe. Et tu le prends, dans tous les sens, tu le caresses, tu le secoues pour voir si tu peux deviner ce que c’est. Les doutes, les hésitations, la bataille avec le morceau de scotch qui te reste collé aux doigts, ne font qu’augmenter le désir, la sensualité du moment. Quand finalement tu arrives à soulever, ne serait-ce qu’un coin du papier et tu vois apparaître une lettre, un signe, un autre emballage, plus fin, plus alléchant.

C’est comme soulever le couvercle de la casserole qui mijote depuis des heures sur le feu et laisser les arômes de ce petit plat atteindre ton nez, envahir tes sens. L’eau à la bouche, tu t’approches du feu, savoures l’instant, et anticipes les plaisirs à venir. Plonger la cuillère et goûter du bout des lèvres et laisser les senteurs s’élever dans la bouche.

Te déshabiller suit le même chemin. Je te regarde et je ne fais que penser à ce qu’il y a en dessous. Je veux juste te prendre, te caresser au dessus du tissu, deviner la texture de ta peau en dessous. Enfouir le nez dans ton cou, m’enivrer de ton odeur, hésiter, passer les bouts de mes doigts sur ton dos, du haut en bas, te sentir respirer dans mon oreille, puis soulever un peu cet accessoire superflu pour découvrir une petite surface de peau qui ne demande qu’à être caressée, sucée, embrassée, mordue. Cette peau chaude qui frémit au contact de mes lèvres, de mes mains, de ma peau nue.

Et le désir qui monte, qui colore tes joues en rouge, qui accélère le rythme de ta respiration, qui te vole le souffle, et tes jambes qui tremblent et les palpitations de plus en plus rapides des veines de ton cou. Tes yeux fermés, ou si légèrement ouverts que je crois que tu es aveugle, que je prends ça pour une carte blanche, pour un « fais ce que tu veux », pour un abandon total à mes désirs.

domingo, 4 de marzo de 2007

Les trois portes

"Un jour, un jeune disciple approcha son maître pour lui dire :
_ Maître, un de tes amis dit de mauvaises choses sur toi
_ Attends _ Interrompit le maître _ As-tu déjà fait passer ce que tu vas me raconter par les trois portes ?
_ Quelles portes?
_ La première c’est la vérité. Es-tu sur que ce que tu vas me dire est totalement vrai?
_ Non, je l’ai écouté chez des voisins.
_ Au moins le commentaire aura passé par la deuxième porte, la bonté. Ce que tu vas me dire… C’est bon pour quelqu’un ?
_ Non maître, au contraire.
_ Et par la dernière porte, le besoin. Est-il nécessaire que je sache ce que tu veux me dire ?
_ Non, ce n’est pas vraiment nécessaire.
_ Alors _ dit le maître_ Si ce n’est pas vrai, ni bon, ni nécessaire, la meilleure des choses est de l’oublier pour toujours. "

Nous pensons rarement avant de parler. Nous sommes si pressés, si habitués à avoir des réponses tout de suite, que nous ne sommes plus conscients des conséquences que nos paroles peuvent avoir sur les autres.

Combien de fois as-tu édulcoré la réalité, as-tu caché ton point de vue par peur de que ton interlocuteur pourrait penser ? Combien de fois as-tu maintenu des propos qui n’étaient ni vrais, ni bons ni nécessaires ?

J’ai toujours dit à mes amis « si tu ne veux pas connaître la réponse à ta question, ne la pose pas. Si tu la poses, tu auras la vérité, telle que je la vois ». C’est incroyable la quantité de choses que nous demandons aux autres dans l’espoir qu’ils vont répondre ce que nous avons envie d’écouter. Et aussi les mauvaises réactions quand les réponses ne s’ajustent pas à leurs fantasmes.

Nous nous cachons souvent derrière des mots tels que diplomatie, politique, amour ou amitié pour justifier nos petits mensonges, nos petites mesquineries de tous les jours. Et après nous insultons les politiciens, les professeurs, les figures d’autorité pour faire de même.

Un peu plus de réflexion sur les mots que nous écrivons, les paroles que nous prononçons tous les jours. Nous ne sommes pas obligés de mentir à tout bout de champ, de prêter ouïe à tous les ragots que nous écoutons, de dire des choses que nous ne pensons pas.

sábado, 3 de marzo de 2007

Amistad


Ayer fui a entrenar, como casi todos los días. Cuando terminó la clase, me quedé vagueando un rato por el dojo, no me apetecía volver a casa tan pronto, pero tampoco tenía muchas ganas de salir. Terminé con dos colegas de cañas en el bar de siempre. Al volver a casa, me enzarcé en una discusión sobre política con uno de ellos. No estamos de acuerdo, ni compartimos el mismo punto de vista, pero no importa, la conversación se alargó, como suele pasar en estos casos, en la acera, como si no quisiéramos despedirnos.

Llegué a casa pasada la medianoche y me encontré con un amigo. Hacía por lo menos un año y medio que no hablábamos, pero pasados los primeros minutos en que nos pusimos al día de nuestras vidas, todo volvió a ser como antes. Me encanta hablar con él. Es un hombre divertido, agradable, me hace reír. Nos conocimos por pura casualidad y hay que reconocer que durante todo el tiempo que habíamos pasado sin vernos, le había echado de menos.

Esto no tendría nada especial si no fuera porque no le he visto nunca. Le conocí a través de Internet, una noche, a una hora donde sólo los freaks de la web están despiertos. Bueno, ellos y los que se han quedado en casa un sábado por la noche para no empeorar la resaca del viernes. Desde entonces, cuando nos encontramos por casualidad mantenemos largas charlas intrascendentes.

Estuvimos hablando hasta bien entrada la madrugada. Hubo un momento en que me planteé conocernos en persona, por qué no, pero tengo la sensación de que no resultaría.

Poco después, cuando ya me iba a ir a dormir, con los ojos enrojecidos por las horas delante de la pantalla, me llamó uno de mis más antiguos amigos. Me preguntó si podía venir a casa. Nos pasamos la noche y bien entrada la mañana arreglando el mundo delante de un güisquito con hielos, hablando de todo y de nada, en una de esas noches en las que parece que el tiempo no existe y que te dejan con una sensación agradable, calentita, que sube por las tripas.

Tengo suerte. No se me ocurre nada más que decir. Tengo suerte de conocer a tanta gente tan distinta, de poder compartir puntos de vista con tantas personas, con tantas experiencias de vida diferentes y de poder aprender de todos ellos ya sea en persona o a través de una ventana de Messenger.

viernes, 2 de marzo de 2007

Transexuels

Image: http://www.alfredosabat.com/index.htm

L’Espagne vient d’approuver la loi la plus avancée au monde à propos des transexuels. Ainsi, un espagnol peut changer son sexe à tous les effets sans avoir besoin de passer par une salle d’opérations ou devant un juge.

Il suffira, à partir d’aujourd’hui de demander le changement de sexe pour voir apparaître l’autre lettre possible sur la carte d’identité.

C’est sur qu’avec le mariage homosexuel, ce sont deux lois très avant-gardistes, bien au devant du reste d’Europe en matière de libertés individuelles.

Je suis fière de vivre dans un pays qui respecte à ce point la liberté de chacun quand à son orientation sexuelle ou à la façon de sentir son corps. Je suis fière de vivre dans un pays où les opérations de changement de sexe finiront par être couvertes par la sécu. Comme ça, les transexuels sans moyens économiques pourront s’opérer sans avoir recours à la prostitution, ou aux cliniques clandestines. Par contre, il y a pas mal de disfonctionnements qu’il faut dénoncer aussi.

Je veux parler prostitution et hypocrisie du gouvernement espagnol, et du français, aussi.

La prostitution est tolérée en Espagne. On ne s’expliquerait pas autrement la quantité de clubs qui existent, au centre des villes, sur les routes, à côté de la frontière. Par contre, les prostituées ne peuvent pas déclarer leur occupation, et donc n’ont pas droit aux bénéfices sociaux tels que chômage, retraite, contrôles sanitaires. Cette situation donne lieu à des abus de la part des mafias diverses qui exploitent ces femmes. Elles ne payent pas d’impôts non plus, ce qui fait que leurs gains sont en argent « B » ou black, ou noir, ou submergé…

J’aimerais voir ces femmes protégées par une convention collective, profiter de l’assurance publique, payer des impôts, avoir droit au chômage, à la retraite, comme n’importe quel autre salarié.

S’il y a demande, il y aura une offre. Si la demande c’est pour du sexe, il existera toujours une offre. Et ce n’est pas parce que les gouvernements préfèrent se mettre un bandeau devant les yeux que ça va disparaître.

¿Por qué?

Una de las preguntas que más nos hacemos es ¿Por qué?

Desde que somos pequeños nos enseñan que todo tiene una causa. De hecho, los niños tienen una época en la que parecen ametralladoras del ¿Por qué? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué llueve? ¿Por qué tienes que trabajar? Y los padres, con paciencia infinita contestan como pueden a todas esas preguntas.

Lo que no se nos enseña al crecer es que no siempre hay una causa para todo. A veces las causas son muchas, otras veces son demasiado complejas para poder explicarlas, y otras veces simplemente no existen.

La ausencia de respuestas puede ser frustrante. Los hay que no se molestan en llegar al fondo de sus dudas y se inventan las respuestas. Lo llaman fe, y dicen que no necesita más explicaciones. Que hay que creer, que con eso se arregla todo. Y es cierto que la fe proporciona soluciones a muchas preguntas ¿De dónde venimos? ¿Dónde vamos? ¿Por qué yo?

Respeto profundamente a las personas capaces de creer de corazón en algo que no son capaces de explicar. Viven mucho más felices y tranquilos que los que no creemos en nada.

Como decía, la ausencia de respuestas puede ser frustrante, y hay también un grupo de personas que se esfuerzan día a día en encontrar explicaciones empíricas a sus preguntas. Son los científicos. El tópico dice que son descuidados, desordenados, ausentes, que están un poco locos. Todos tenemos en mente a Einstein con su peculiar peinado gritando aquello de E=mc2. Pero no es cierto.

Las personas dedicadas a la ciencia son creativas, observadoras, críticas. No se satisfacen de respuestas enlatadas en libros, ni místicos ni científicos. Miran a su alrededor y encuentran soluciones a los problemas, ya sea para mejorar las condiciones de vida de los demás, o para dar explicación a los fenómenos que nos rodean.

Admiro a todas esas personas que dedican su vida a perseguir incógnitas. A hacer ensayos repetitivos una y otra vez, a pasar su vida en un laboratorio y no se resignan a aceptar la realidad tal y como viene dada.

Un poco más de espíritu crítico, por favor. Nos iría mejor a todos si fuéramos capaces de cuestionarnos lo que nos rodea, constantemente.