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martes, 27 de agosto de 2013

Mes de agosto

Hoy es martes 27 de agosto.

Ha sido un mes muy muy tranquilo en rehabilitación. Los lesionados también se cogen vacaciones.


La rodilla avanza a su ritmo. Sin prisas y sin pausas. Antes de empezar a hacer ejercicios de propiocepción tienen que arraigar bien los tornillos que sujetan el implante al hueso, y como al cuerpo no se le puede meter prisa, estoy aprovechando el tiempo para ir fortaleciendo la musculatura de la pierna. 

La parte buena es que ya se dobla del todo y casi casi sin dolor. 


Poder estirar cuádriceps después de una sesión de bici y elíptica es una sensación mágica. Por fin llego a tocarme el culo con el talón y eso es toda una etapa cumplida.


Además, llevo una semana haciendo ejercicios isométricos con peso. Ayer me realizaron una prueba de carga máxima y el muslo aguanta unos once kilos antes de ponerse a temblar como un flan. Eso es bueno, muy bueno. Recuerdo que con la otra rodilla mi pobre cuádriceps no podía ni con uno.

Así están las cosas. Aunque ya no se me nota cuando ando por la calle, todavía me cuesta subir y bajar escaleras, subir y bajar del autobús y hacer algunas cosas que antes daba por sentadas.

Y tengo muchas ganas de volver al deporte. Ahora que se acerca septiembre y empieza la temporada deportiva, me va a dar mucha envidia (de la sana) ver a mis compañeros entrenando y no poder unirme a ellos. 

Todavía me quedan unos meses hasta poder retomar la actividad deportiva normal y pienso aprovecharlos para ir poniéndome en forma. 

Seguiremos informando...

lunes, 29 de julio de 2013

¡¡Bicicleta!!

Hoy es lunes 29 de julio.

Hace 57 días que me operaron. Exactamente ocho semanas.

Hoy por primera vez he podido subirme a una bici estática en rehabilitación.


Es una sensación curiosa porque al principio parece que la rodilla se va a descoyuntar o a desmontar o algo. Supongo que es por la falta de costumbre de doblarla con la fluidez necesaria para pedalear, que en el día a día una tiene la sensación de ser un mecano, o un muñequito de animación, con movimiento espasmódico en vez de continuo.

También es una sensación algo deprimente, porque a los quince minutos estaba pidiendo árnica y descanso y no por la rodilla sino por la musculatura. Hay que ver lo rápido que se pierde el tono muscular y lo que cuesta recuperarlo.

En cuanto a la extensión, ya está completa. Y la flexión... me faltan tres dedos para tocarme el culo con el talón (con zapatillas, que descalza falta más) pero no me preocupa mucho, ya llegará. 

Mi fisio está de vacaciones y me han asignado otro. Es un encanto de persona, me cae bien. Además, con toda la pinta de brutote que tiene es de lo más delicado y atento. 

Estoy contenta. Se van viendo progresos y cada día que pasa es un día menos que queda para volver a estar bien. Lo que pasa es que se hace eterno y pesado y cada vez que pienso que tengo hasta octubre por lo menos, me da algo.

Por otro lado, como no molesta y no duele demasiado, a veces me creo que puedo hacer cosas que no puedo. Estar de pie quieta en el mismo sitio más de cinco minutos es muy doloroso y cuando me quedo sentada un rato me cuesta ponerme en marcha otra vez. 

Yo sólo pido que el buen tiempo siga durando un par de meses, que sé lo que puede llegar a doler una operación de éstas cuando se pone a llover.

Y eso es todo de momento. Nada más que contar. Mañana más y mejor, seguro.



viernes, 19 de julio de 2013

Séptima semana (Días 40 a 46)



Hoy es viernes otra vez, 19 de julio.

Acabo de terminar la primera etapa de la recuperación. A partir de hoy me libro de las muletas y puedo andar normalmente.

La semana ha sido tranquila y sin sobresaltos. La rodilla va mejor que bien, ya se dobla casi a fondo, se estira mejor que la otra y voy recuperando el tono muscular.

Subir escaleras es difícil pero es posible si hay una barandilla para agarrarme. Bajarlas, de momento, es imposible, así que escalón a escalón. Pero no hay prisa. De lo que sí tengo ganas es de poder empezar a hacer otros ejercicios como bici, elíptica o remo y, por supuesto, correr y saltar.

Intento tomármelo con calma y paciencia y la mayor parte de los días lo consigo. Eso no quiere decir que no tenga mis pequeños momentos alicaídos, pero no duran demasiado.

Una parte de la recuperación del tono muscular se hace con electroestimulación.

La electroestimulación consiste en enviar impulsos eléctricos a los músculos para que se contraigan como cuando reciben un impulso nervioso. Cuando un músculo está atrofiado por falta de uso como en el caso de una lesión, la electroestimulación lo hace trabajar sin forzar las articulaciones y los tendones. Es útil y un avance en la recuperación de lesiones. 

Hace unos años me compré un electroestimulador Compex Performance. Lo quería sobre todo por los programas analgésicos y endorfínicos. Los deportes de contacto te dejan a veces dolorido y es un alivio contar con un cacharrito que hace que los dolores desaparezcan.



Tengo que reconocer que ahora mismo me es útil. Una sesión diaria del programa amiotrofia durante tres semanas y una sesión diaria del programa remusculación desde entonces. Mi pierna vuelve a parecer casi normal y voy confiando en ella cada vez más a la hora de andar, de doblarla y de apoyar mi peso.

Sigo trabajando en ello y se nota que cada día me puedo mover más y mejor. Dentro de poco estaré de vuelta en el gimnasio y poco después en los tatamis. De momento a seguir con mi rehabilitación, mi fisioterapeuta y mis sesiones de "electro" y en nada a corretear por ahí...

Para @harmanKO, del club de las rodillas rotas :-)

viernes, 12 de julio de 2013

Días 23 a 39

Hoy es viernes, 12 de julio.

Llevo tres semanas yendo a rehabilitación día sí, día no.

El otro día decía en Facebook que, a veces, lo único que pasa entre el "buenos días" y el "buenas noches" son catorce horas interminables. Así han sido las últimas semanas, muy rutinarias.

Lo mejor que ha pasado estos días ha sido que por fin me he librado de una muleta. Ya tengo una mano libre para hacer cosas y eso es todo un mundo de diferencia.


La rodilla va bien. Hace lo que tiene que hacer. Se dobla, se estira, se van fortaleciendo los músculos de la pierna, que han pasado de no estar a volver un poquito y cada día más.

La rótula se mueve bien, aunque eso no quita para que no proteste cuando mi fisio me la maltrata, pero es por guardar las formas más que por otra cosa. ¡Qué sería de los fisios si los pacientes no nos quejáramos un poquito!


Estoy a unos pocos grados de poder tocarme el culo con el talón. Duele al doblarse, pero no demasiado. Y además es un dolor que no me persigue después durante horas, sino que desaparece bastante rápido.


Apenas uso hielo ya. Sólo alguna noche y porque molesta aunque no sé muy bien por qué. Aparte de eso, las noches se han vuelto mucho más amables. Sigo durmiendo a trozos porque cada vez que me muevo me despierto, pero apenas me entero, sólo me doy la vuelta y sigo soñando.


Creo que la semana que viene por fin me libraré de la otra muleta. Ya podría conducir si quisiera y puedo coser a máquina sin que me den pinchazos en la rodilla (Sí, mi pie de coser es el izquierdo. Con el derecho no me apaño igual de bien). Con suerte y si todo va bien, dentro de poco podré subirme a una bici y empezar a hacer algo más de ejercicio. A ver si recupero el tono muscular para el invierno, que me he quedado toda blandita.

Aunque se van cumpliendo los plazos, esto se está haciendo eterno. Echo de menos mi vida normal, a mi perro, mi trabajo y mis cosas. Aprovecho el tiempo para coser, ver películas y leer todos esos libros que tenía pendientes, pero no es lo mismo. 

Y eso es todo, no hay mucho más que contar... 

Ahora que lo pienso, sí que hay un par de cosas dignas de mención.

La primera, que ayer jueves estaba hablando con un amigo del cole*, alguien con quien no tenía contacto directo desde hacía años. Estaba tan contenta y tan distraída, que me puse a pasear por el salón con el teléfono en la mano y se me olvidó la muleta. Cuando me quise dar cuenta estaba andando tan a gusto yo solita y sin cojear. Cada día estoy más convencida de que el miedo hace mucho en los procesos de recuperación, pero eso da para otro post entero.

La segunda... tengo que explicar que suelo tener sueños muy realistas y que normalmente me acuerdo de lo soñado. Aunque se me pierdan los detalles, me acuerdo casi siempre de las líneas generales. 

Antes de que me operaran solía andar, pasear, correr y entrenar en sueños. Tenía una actividad nocturna intensa y divertida. Después de la operación he dejado de andar, correr, pasear y entrenar hasta en sueños. Ahora siempre estoy sentada o tumbada en algún sitio. Ojo, que no quiero decir que sean historias desagradables o pesadillas, pero ya no ando. Hace un par de noches estaba soñando con una playa y unos amigos. En un momento dado se iban todos al agua y yo me quedaba en la arena mirando. Es curioso que las circunstancias reales afecten de esa manera a los sueños.


*Gracias a Rafa por leerme, por recordarme que hacía mucho que no actualizaba el blog y por alegrarme el día. 



miércoles, 19 de junio de 2013

Días 13, 14 y 15

Día 13:

Domingo.

Llevo tantos días encerrada en casa que cuando mis padres proponen ir a tomar algo por ahí me apunto sin dudarlo. Sé que lo pagaré mañana, pero me da igual.

Salimos por el barrio a tomar unas cervecitas y unos pinchos. Hemos comprado el periódico y nos sentamos en una terraza a leer la prensa y disfrutar del buen tiempo. Se está fenomenal.

Tarde de tele y películas. Todo tranquilo.

Día 14:

Lunes.

No puedo moverme de lo mucho que me duele. Me paso el día en el sofá sin atreverme a nada. El dolor lo ocupa todo.

No sé si es por la salida de ayer, por el cambio de tiempo o por qué, el caso es que estoy fatal. Ni el hielo ni los analgésicos hacen nada por remediarlo. Se me ha hinchado la rodilla y tiene peor pinta que estos últimos días. 

Me voy a la cama a las ocho. No aguanto más en el sofá. Mañana más y espero que mejor.

Día 15:

Martes.

Hoy tengo que ir a que me quiten los puntos y a la primera revisión del traumatólogo. Por suerte no me duele tanto como ayer. Me ducho, me visto y allá que vamos. Me quitan los puntos y casi ni me entero. Cuando veo las heridas tienen buena pinta. No están inflamadas y parecen secas. Me dice el enfermero que en una semana podré ir a la piscina y de desde ahora mismo me quite los apósitos para ducharme, que las puedo lavar con agua y jabón.

La verdad es que sólo de pensar en frotarlas se me revuelven un poco las tripas, pero haré lo que pueda.

El traumatólogo me pregunta que qué tal voy. Le digo que bien pero que ayer dolía mucho. Me la estira, me la dobla, me dice que todo sigue su curso normal y que puedo andar con muletas y una rodillera articulada postquirúrgica. Suerte que la guardé la última vez.


Me coloco la rodillera y salgo de allí andando.

El resto del día trascurre sin más. Visto como va el calendario, me voy a pasar las vacaciones en rehabilitación, lo que quiere decir que me he quedado sin vacaciones este año. Me esperan un otoño y un invierno muy muy muy largos.

Echo de menos a mi perro.

Estoy triste.

sábado, 15 de junio de 2013

Días 10, 11 y 12



Día 10: 

Hoy es jueves 13 de junio. Hace calor. Tengo hora con el médico de la Seguridad Social. Quiero que me recete la heparina, que cuesta una pasta.

Me levanto temprano, el ritual matutino de medicinas, ducha con muletas etc. lleva su tiempo y no quiero llegar tarde.

La cita con el médico me la dio una centralita telefónica así que no sé con qué médico he quedado. Cuando llego al consultorio pregunto en la entrada y me mandan a la consulta de siempre pero en vez de ser mi doctora de la última vez es el Dr. Ruiz.

Espero sentada en esos bancos que a primera vista parecen cómodos pero que al cabo de cinco minutos te están rompiendo la espalda.

El médico va con retraso, pero no mucho. Me quedo mirando las noticias en el móvil hasta que llega una señora a la salita de espera. La señora empieza a decir a voz en grito que todos tenemos que morir, que la Parca es el destino común, que los bebés tienen que aprender a sufrir desde pequeñitos y que para sus 54 años está hecha una mierda. 

Dan ganas de contestarla que si tantas ganas tiene de morirse, por qué va al médico, pero hay formas más sutiles de hacer las cosas. Cierro los ojos y sonrío, a cada parida que suelta voy sonriendo más y más y al final se me escapa una carcajada. La señora se calla.

Me llama el médico. Un señor muy mayor (o eso parece) y le saludo. Le pregunto por la otra doctora y me dice que ha cambiado de destino. 

El hombre es un encanto de persona, de esos a los que podrías contarles tu vida entera. Me da la sensación de que a este médico le gusta la gente, que disfruta con su trabajo. Terminamos riéndonos los dos de todo y de nada. Me cae bien. 

Me da mis recetas y me vuelvo a casa. El resto del día trascurre sin problemas, me paso la tarde jugando el el PC. Me aburro. Mañana más.

Día 11:

Viernes.

Los días de la semana no son importantes, pero me gusta saber qué día es. Hoy es el cumpleaños de mi padre y le hemos preparado una sorpresa. He reservado mesa en su restaurante favorito para comer.

Me lleva al trabajo por la mañana, para hacer unos papelotes y porque luego nos iremos a comer juntos aunque él todavía no lo sabe. 

La comida va fenomenal. Con la excusa del cumpleaños, nos zampamos un corderito asado que sabe a gloria. Con ensalada, pan y regado con un Ribera del Duero que está de muerte.

Conducir muletas con una cerveza, vino y un par de chupitos de hierbas en el cuerpo tiene su punto, pero consigo meterme en el coche y llegar a casa sin problemas. 

Bien entrada la tarde se pasa por casa un amigo y me lleva a tomar algo a una terraza del barrio. Se está de lujo en la calle. La temperatura es ideal y la conversación entretenida.

Al volver a casa me pongo a hacer mis ejercicios, estirar, doblar, isométricos. Doblarla duele, pero es soportable, y creo que ya he alcanzado los grados que se supone que tengo que doblar en la segunda semana. Se estira bien y casi sin dolor, lo que ahora me cuesta mucho más que antes es levantarla y mantenerla arriba. Tiembla como una hoja. Es increíble lo rápido que se pierde la masa muscular...

Peli, dormir, mañana más y mejor.

Día 12:

Sábado.

Los apósitos de la rodilla se caen de puro viejos. A decir verdad están asquerosos y despegados. Como mi padre tiene que ir a la farmacia a por heparina, le pido que me traiga Betadine y apósitos estériles para curarme las heridas.

Levanto todos los apósitos que están con mucho cuidado de no tirar de ningún punto y esto es lo que me encuentro.







Lavo las heridas con Betadine y vuelvo a colocar todo en su sitio. Ha quedado bien.

Aunque las heridas parecen feas, no lo son tanto y creo que están cicatrizando muy bien. Seguramente podría dejarlas al aire, pero no me atrevo, la sola idea de engancharme un punto me pone los pelos como escarpias.

La dejo como estaba y me voy al PC a darle a las teclas un rato antes de comer. 

Me da que me voy a pasar la tarde jugando el el ordenador. 

Seguiremos informando.

miércoles, 12 de junio de 2013

Días 7, 8 y 9





Día 7:

Hoy es lunes. Hace una semana que me operaron y no me encuentro demasiado mal. Duele, molesta, tira, pero todo va bien.

La heparina me está dejando el michelín a topitos morados. Esta vez me están saliendo muchos hematomas y eso que hago todo como se supone que lo tengo que hacer. Empiezo a quedarme sin sitios para pincharme.

Los antiinflamatorios me han puesto las tripas un poco del revés, así que también arrastro un ardor de estómago importante.

El día pasa sin más. Entre el hielo y los ejercicios de rehabilitación que me recomendaron. 

Un día aburrido y muy, muy largo.

Día 8:

Martes. Hoy me duele más que ayer. Cada vez que pongo la pata en vertical veo estrellas, así que decido no moverme del sofá. Me empieza a doler bastante la espalda por la postura, pero prefiero eso a la sensación de que se me está deshaciendo la pierna. 

Vemos una peli mala, mala, mala en DVD. "FIN". Una película española en la que los actores o gritan, o lloran, que parece ser todo lo que saben hacer. No es ni siquiera entretenida. 

Por la noche nos vemos "Los Sustitutos" que está bastante mejor. Me encanta Bruce Willis.

Hielo, ejercicios, dolor y un día bastante tristón. He empezado una alfombra de ganchillo con trapillo. A ver qué tal se me da.

Mañana he quedado con una amiga a tomar café. Ya tengo ganas de que sea miércoles.

Día 9:

Miércoles. Los días no pasan y se hacen eternos. Cada vez me levanto más tarde porque donde sí que no me duele nada es en la cama. Desayuno, heparina, hielo... Hoy estoy mejor. No duele tanto y me pongo un rato a las teclas. 

Ganas de que llegue la tarde, la noche, la semana que viene, la rehabilitación... 

Ya sé que todo tiene su proceso y que soy muy impaciente, pero esto de tardar seis veces más en hacer las cosas me tiene desesperada.

Supongo que mañana más y mejor...



lunes, 10 de junio de 2013

Días 5 y 6






Día 5:

Es sábado.

Empiezo el día con mi ritual de desayuno, heparina, ducha.


La ducha merece todo un capítulo para ella sola. Es complicado acostumbrarse a ducharse cuando no puedes apoyar un pie en el suelo. Tengo suerte porque hay un pie de ducha tamaño bañera y puedo meter dos taburetes dentro, uno para sentarme y otro para apoyar la pata pocha.

Empieza todo con el film de cocina transparente. Cojo el rollo, le doy un par de vueltas a los apósitos e intento cortarlo con la sierra esa que viene de serie con la caja. Si tapar la comida ya es difícil, hacer esto en equilibrio precario es casi imposible. Mejor o peor consigo cortar el plástico y enrollarlo como puedo. Parece que se queda pegado. Si aguanta hasta el final, es un buen invento.

Me voy al baño. Quitarse la ropa tiene su punto, meterse en la bañera también. Me siento en un taburete y apoyo la pata chunga en el otro. Hasta ahí todo bien. Al abrir el grifo, se me olvida esa palanquita que hace que el agua salga por la ducha de mano y me cae una lluvia helada desde arriba en toda la espalda. Lo arreglo y disfruto del agua calentita un rato sabiendo que lo más complicado está por venir.

Levantarse y salir de una ducha húmeda y jabonosa con muletas tiene más de profesión circense que de cualquier otra cosa. Todo escurre, todo resbala y hay que tener un cuidado exquisito para no dar un traspiés.

Me seco, me visto y salgo.

EL día de ayer, tan movidito me ha dejado un dolor brutal e insoportable que intento calmar a base de comprimidos y hielo.

El resto del día pasa sin mucho ajetreo, entre la semifinal del Roland Garros de tenis, un par de pelícuals y mi labor de punto. Sigo con mis ejercicios isométricos, mis estiramientos y doblando hasta que se deja.

Por la tarde vienen unos amigos de la familia a verme, después una de mis amigas me saca a cenar por ahí. Decido saltarme la dieta y me zampo una hamburguesota de ternera de Kobe que me sabe a gloria.

Poco después, cama y a dormir.

Día 6:

Domingo.


Salir ayer fue estupendo pero hoy me duele horrores. Decido portarme bien el resto de la semana porque no sé hasta qué punto merece la pena moverse si luego es para estar hecha polvo toda la mañana.

Me duele tanto que no soy capaz de hablar hasta bien entrado el día.

Hielo, heparina, antiinflamatorios, autocompasión y mucho dolor.

Me pongo a hacer punto en el sofá mientras mi padre hace zapping compulsivamente. Al final nos ponemos una película grabada en screener. Se ve fatal, pero distrae.

Nada digno de mención para un domingo tranquilo. A ver si la semana empieza con buen pie, o con buena pierna...




viernes, 7 de junio de 2013

Días 3 y 4


Día 3:

Empiezo la mañana con mi dosis de heparina. Ya sé que es necesaria, que evitará que se me formen coágulos, que es bueno para mí... pero desayunar con una jeringuilla entre el té y el bol de cereales es extremadamente desagradable.


La única esperanza es que a base de pincharme el michelín, se desinfle un poco, pero creo que esto no va así. Digan lo que digan, escuece, duele e impresiona meterse una aguja en el cuerpo por fina que sea.

De la cocina a la ducha. Ducharse con una pata tiesa y la estabilidad de un castillo de cartas en plena tormenta tropical es entretenido. Suerte del pie de ducha, de los taburetes de plástico y de la alcachofa con tubo largo. Y suerte también que soy bastante flexible y llego a todas partes sin moverme mucho. 

Y de la ducha al sofá. He empezado una labor nueva, un poncho de muestra para la tienda. Aprovecho para hacer mis isométricos. Tres puntos con la pata arriba, tres puntos con la pata abajo. Duele, pero se puede aguantar. 

Me paso así la mañana, que si arriba, que si abajo, que si echo hebra, que si del derecho, que si del revés...

¡A comer! Mi madre ha decidido que todos tenemos que ponernos a dieta y la verdad es que hay hambre. Mataría por un pizza, una hamburguesa o un enorme plato de pasta, pero me tendré que conformar con una ensalada. Empiezo a tener mono de hidratos de carbono y eso no es bueno porque me convierte en Mr. Hyde a la mínima.

Por la tarde llega mi salvación en forma de amiga con un litro de maravillosa horchata. ¡¡AZÚCAR!! Un rato de conversación muy agradable y la tarde se pasa volando.

Por la noche, después de cenar (ensalada) intentamos ver una serie en DVD, pero el lector no funciona y nos quedamos con las ganas.

La rodilla no duele mucho, sigo con el paracetamol cada ocho horas y me voy a la cama que mañana va a ser un día muy largo.

Día 4:

Hoy tengo la primera cura después de la operación. Por fin voy a ver cómo va la cosa. Ya la he visto antes, pero ahora deberían de estar menos hinchadas las cicatrices y tener mejor pinta. 

Heparina, desayuno, ducha, muletas, coche, clínica. 

El enfermero que me recibe es un cielo. Me corta la venda, me pregunta que qué tal y le digo que casi no duele. Se sorprende de cómo se estira la pierna. Me felicita por el tono muscular que tengo y por la extensión y flexión. Miro las heridas y parecen limpias. Están cicatrizando tan bien que decide dejarme sólo con unos pequeños apósitos. Mejor eso que una venda de la ingle al tobillo. La pierna está hinchada y tiene la sensibilidad de un corcho al tacto. La inflamación desaparecerá con hielo y tiempo y la sensibilidad... como decía mi fisioterapeuta, durante un tiempo me podré depilar sin que duela.

Me recomienda que use film transparente de cocina para protegerla cuando me duche. Es una buena idea. Mañana probaré a ver qué tal me apaño. La amiga de la horchata dice que esto es una "pata negra" así que con el plastiquillo va a tener toda la pinta de embutido.



De la clínica a tomar un aperitivo con mi padre. No lo hemos hablado, pero creo que los dos necesitamos una tostada. Nuestro reino por una tostada. Me da que no soy la única con necesidad de calorías, el platito de patatas fritas desaparece visto y no visto.

En la terracita se está bien y da pena dejarla para ir a buscar a mi madre al trabajo. Llegamos y paso a saludar. Todas me reciben bien y se alegran de que no me duela tanto. Nos vamos a casa y a comer. 

La tarde la paso con mi padre viendo a Nadal ganar a Djokovic. Partido de infarto. Pego tal bote cuando por fin gana Nadal que se me resiente todo. Hielo, por favor, mucho hielo.

Y poca cosa más. Charla por Skype con un amigo que vive lejos, cena y crónica.

Mañana más y mejor, sobre todo porque he quedado para cenar por ahí. Necesito salir un poco, aunque sea despacito.


miércoles, 5 de junio de 2013

Días 0, 1 y 2





Hoy es miércoles.

El lunes me hicieron una reconstrucción del cruzado anterior de la rodilla izquierda y una resección de menisco. Vamos por partes.

Día 0:

A las ocho y media el ingreso en la Clínica Cemtro de Madrid. Ningún problema con nada, me asignan la habitación 213 (buen número) y me dicen que me quite la ropa, me ponga el camisón y me quede en la cama esperando a que me lleven a quirófano. Llevo sin comer ni beber nada desde la noche anterior y casi que mejor, porque con el estómago en un puño y unas náuseas tremendas me habría puesto todavía peor.

Me meto en la cama e intento relajarme. Como no quiero que nadie me hable, cierro los ojos. Termino por quedarme dormida. Tanto estrés y tantas noches sin dormir agotan y me paso la mañana durmiendo. Suena el teléfono de la habitación. La operación se va a retrasar porque no tienen todavía mis tornillos.

A eso de las tres, me vienen a buscar y me llevan a quirófano. Mientras veo cómo desfilan las luces del techo voy pensando en todo lo que me espera e intentando respirar hondo para dejar de temblar. Me pasan a la mesa de operaciones y me llevan a quirófano. Hace frío.

El anestesista me pregunta que si hay algo que deba saber. Le confieso que mi mayor (y única) fobia son las agujas y que no me quiero enterar de la epidural. Que me drogue con lo que quiera. Hacemos un par de bromas, me ponen un goteo y me quedo grogui. Siento cómo me giran y me pinchan en la espalda, pero estoy tan a gusto que me da igual. Algún día me tienen que contar qué es eso que ponen en el suero...

Me tapan, me ponen una manta calentita y una pantalla de tela azul para no poder ver nada. Aparece el cirujano, me sonríe, me dice que vamos a empezar.

Me paso hora y pico entretenida. Primero con mi monitor de constantes vitales. Tensión en 8/4, pulsaciones a 60, saturación al 100% y me entretengo en respirar despacio para ver cómo bajan un poquito y en respirar más rápido para ver cómo suben. Después, con el monitor de la artroscopia, que parece un documental de vida submarina. El menisco es como un campo de algas blancuzcas flotando en un mar de suero y cuando llega la parte del taladro y el martillo no deja de tener su aquél mirar. Llamadme morbosa, pero es divertido sobre todo cuando no hay mucho más que hacer. Por último, estoy escuchando a los auxiliares hablar de una cena que están organizando. Parece que van a quedar todos para irse por ahí de juerga. De vez en cuando aparece alguien que me pregunta que si estoy bien y siempre digo que sí.

Se acaba todo. Sólo puedo preguntar que si ha ido bien y que si me la han grabado en DVD. El cirujano me dice que sí a las dos cosas y que han tenido que abrir más de lo normal, así que voy a tener una cicatriz grande en vez de dos agujeritos. Le contesto que me da igual mientras quede bien por dentro. Al fin y al cabo sólo es una cicatriz. Me mandan a reanimación.

Momento Uma Thurman en Kill Bill hablando con mis dedos gordos de los pies y diciéndoles "muévete", Sé que cuando se pase la anestesia me va a doler pero es desagradable tener todo el cuerpo como un corcho. Por fin, al quinto o sexto intento, aquello responde y empiezo a sentir las piernas.

Me llevan a la habitación. El Dr. Marcos de la Torre ha pasado ya a dar el parte a mi padre y darle el DVD. Fui tan pesada con eso de que me la grabaran que lo primero que dijo fue que sí, que ahí estaba  toda la operación. Lo segundo es que todo había ido bien y que ya me bajaban a planta.

Veo a mi padre, me ponen algo en el suero, le cuento cómo ha ido, creo que hablé con mi madre por teléfono, pero no lo recuerdo. Decididamente, el chute ha sido estupendo.

Duele, pero nada que ver con la otra vez.


Veo mi drenaje saliendo de la rodilla. Me duermo un rato. Me despiertan cada dos horas para preguntar que qué tal. No entiendo esa obsesión por saber si ya he orinado. Si no me han dejado beber nada desde ayer y he sudado como un pollo por los nervios, ¿cómo quieren que haga pis? Por fin me dejan beber agua y comer algo. El cátering no está mal. Un consomé decente y un poco de fiambre. Todo va bien.

Día 1:

Me despierto a las seis. Mi padre ronca en el sofá y no me deja dormir. Me quedo leyendo un rato. La enfermera me pone un analgésico en el goteo. Paracetamol. No me duele casi nada. Me toca pincharme la heparina. Es desagradable, pero prefiero hacerlo yo a que me lo hagan. De todas formas voy a tener que acostumbrarme porque es una vez al día durante un tiempo.

El café y el croissant me saben a gloria por la mañana. Me siento bien, no me duele casi nada y a media mañana aparece mi traumatólogo favorito para ver qué tal. Me estira la pierna, me la dobla a 90º y aunque eso sí que duele no es ni por asomo como la última vez. Estoy contenta, me siento bien y el dolor es muy muy soportable. Se le ve contento. Me da el informe y me cita en 15 días.

Un par de horas más tarde viene la enfermera a curarme la herida y quitarme el drenaje. Recordando la última vez, que fue el dolor más intenso que he sentido jamás, me pongo tensa y le digo por qué. Me contesta que no me preocupe, que sabe que duele pero que respire hondo y que no va a durar mucho.

Miro mi rodilla cuando me quitan las vendas. Está fatal. Magullada, con dos costurones enormes a cada lado. Uno me lo esperaba, el otro, aunque me habían avisado, me da un poco de cosa. Son muchos puntos. Y ahí está el agujerito del drenaje.

La enfermera me dice que respire hondo. Me tapo la cara con la almohada. Cuando le digo que tire ya me responde que hace un rato que me lo ha quitado todo. No me lo creo, ni me he enterado. Y eso que es un tubo de unos diez centímetros metido en la articulación. Sonrío.

Me cura, me venda y me deja unas muletas para poder ir al baño. Me visto, me van a dar el alta en cuanto vean que no me mareo y que me puedo mover. Me quiero ir a casa YA.

Foto: Ya me han dado el alta. Esperando a que me quiten la vía y me dejen irme. Contenta e impaciente :-)

Por fin me liberan y nos vamos. Moverse con muletas es como montar en bici, le coges el truquillo en un momento. No me duele mucho. El contraste con la otra operación es cada vez más grande.

En casa, se me va pasando el efecto de los analgésicos intravenosos y duele. Me tomo un comprimido y parece que se calma, pero no mucho. En el sofá, viendo pelis y haciendo ganchillo, dejo de pensar en la rodilla y se va pasando el dolor. El hielo ayuda mucho. 15 minutos cada hora. Esta vez estoy preparada, en vez de guisantes tengo una enorme bolsa de gel.

Pasa el día y el dolor se va atenuando. Hago los ejercicios que me han recomendado. La rodilla se estira bien (duele) se dobla bien (duele) y puedo levantar la pierna para intentar mantener el tono del cuádriceps (duele). Y aunque duele, no tiene nada que ver con mis recuerdos.

Me voy a la cama, encuentro una postura cómoda y me duermo ocho horas del tirón.

Día 2:

Me despierto en la misma postura en la que me acosté. Exactamente la misma. Me duele todo, pero la pierna está bien. No palpita, no molesta mucho. Me visto y me levanto. Doy gracias a ser flexible para poder ponerme la ropa sin tener que doblar las piernas. Voy a desayunar. Ahora sí que molesta. Me tomo un comprimido. Hielo. Se calma. Sofá. Ganchillo. Más sofá. Ejercicios de estiramientos e isométricos. Molesta pero no tanto. Me siento al PC a escribir la crónica.

Mañana más y seguro que mejor.

domingo, 2 de junio de 2013

La otra

Rmn rodilla izquierda

Hace algo más de un mes, sonó un ominoso "crack" en mi rodilla izquierda. Llevaba tiempo fallando, doliendo y dando algún que otro problemilla, pero esta vez la cosa parecía bastante más seria, sobre todo cuando siguió doliendo al día siguiente por mucho hielo que le pusiera. En urgencias me diagnosticaron una tendinitis y me dijeron que pidiera cita con mi traumatólogo pasados quince días.

Durante esas dos semanas, el dolor siguió ahí y cada vez estaba más convencida de que la lesión olía a rotura de menisco. No podía bajar escaleras, tenía la rodilla bloqueada, no la podía estirar ni doblar del todo y tenía una sensación de tener algo en la "bisagra" que me molestaba.

El traumatólogo confirmó mis miedos y me mandó a hacerme una resonancia para evaluar la lesión meniscal. Empecé a prepararme para lo que me esperaba. Una operación de menisco con un mes o mes y medio de rehabilitación. Pensé que no era tan malo, que no podía ser como la operación de hace tres años.

El pasado miércoles, con el resultado de la resonancia en la mano, mi traumatólogo me dijo que hace muchos años debí de romperme el cruzado anterior de la rodilla y que su ausencia ha terminado por romperme el menisco. Dijo también que no entiende cómo puedo ser capaz de andar sin muletas con la rodilla lesionada hasta ese punto y que tenía que operarme de urgencia para reparar los daños antes de que fueran a más.

Resultado: el lunes 3 de junio me operan de reconstrucción del cruzado anterior y menisco de "la otra"

El cambio de panorama, de mes y medio a seis meses jodida con dolor y en rehabilitación está siendo difícil de tragar. En parte porque ya sé de qué va esto y sé a lo que me enfrento las próximas semanas.

Estoy muerta de miedo. Confío en mi traumatólogo y en mi fisioterapeuta, sé que trabajan bien y son muy buenos en su trabajo, pero este es un proceso largo y pesado en el que hay días que no se avanza nada y días en que lo que querrías es arrancarte la pierna de cuajo. A día de hoy y faltando algo más de doce horas para que me operen, lo que tengo es un inmenso agujero en el estómago y ganas de meterme en la cama y que todo esto sólo haya sido una pesadilla cruel.