
Fijo que antes de nacer se reparten las cualidades, defectos, vicios y virtudes de las personas. Son mejorables con el tiempo, claro, con la educación y el aprendizaje, pero para mejorar algo hace falta tener una base. Yo no tengo gracia. Y mira que me ha costado aceptarlo. No tengo gracia ninguna contando chistes.
Y lo he intentado. He sacado un repertorio de los mejores chistes que me se, y todo lo que he cosechado es una palmadita en el hombro, una sonrisita de conmiseración, y un “déjalo, esto no es lo tuyo”
Y no, efectivamente, no es lo mío. Nunca lo ha sido.
Y es difícil aceptar que no podemos hacer algo porque carecemos del todo de las cualidades necesarias. A mí me han vendido que con esfuerzo y trabajo se puede conseguir cualquier cosa. Pero no es verdad. Hay actividades para las que no se tiene por qué poseer cualidades. Nunca seré músico, humorista, bibliotecaria, analista financiero o contable. No tengo lo que hace falta para ninguna de estas cosas.
Los demás tienden a no ser sinceros en este tema. Desde los familiares, que ven con buenos ojos todo lo que hace su retoño y no quieren admitir que Miguelito no tiene oído y se empeñan en apuntarle a piano, hasta los compañeros de clase, de trabajo, de vida, que por no ofender, no se atreven a pedirte que dejes de torturarles con fotos desenfocadas, que eso no es arte.
Es difícil reconocer en qué se es bueno y en qué no. Hace falta conocerse muy bien para detectar los fallos, y hace falta también ser sincero consigo mismo para admitir las virtudes. Estoy convencida de que cada uno podemos destacar en algo. Lo que es muy difícil es encontrar en qué.
Ahora estoy en un momento en que me tengo que preguntar en qué soy realmente buena, qué me gusta, qué se hacer, y a qué me quiero dedicar. Y no es fácil, sobre todo porque me da mucho miedo llegar a la vejez amargada y pensando que debería de haber hecho otra cosa.
Así que mucha meditación, mucha introspección y nada de mentiras.
Me ha dado filosófico hoy…
Y lo he intentado. He sacado un repertorio de los mejores chistes que me se, y todo lo que he cosechado es una palmadita en el hombro, una sonrisita de conmiseración, y un “déjalo, esto no es lo tuyo”
Y no, efectivamente, no es lo mío. Nunca lo ha sido.
Y es difícil aceptar que no podemos hacer algo porque carecemos del todo de las cualidades necesarias. A mí me han vendido que con esfuerzo y trabajo se puede conseguir cualquier cosa. Pero no es verdad. Hay actividades para las que no se tiene por qué poseer cualidades. Nunca seré músico, humorista, bibliotecaria, analista financiero o contable. No tengo lo que hace falta para ninguna de estas cosas.
Los demás tienden a no ser sinceros en este tema. Desde los familiares, que ven con buenos ojos todo lo que hace su retoño y no quieren admitir que Miguelito no tiene oído y se empeñan en apuntarle a piano, hasta los compañeros de clase, de trabajo, de vida, que por no ofender, no se atreven a pedirte que dejes de torturarles con fotos desenfocadas, que eso no es arte.
Es difícil reconocer en qué se es bueno y en qué no. Hace falta conocerse muy bien para detectar los fallos, y hace falta también ser sincero consigo mismo para admitir las virtudes. Estoy convencida de que cada uno podemos destacar en algo. Lo que es muy difícil es encontrar en qué.
Ahora estoy en un momento en que me tengo que preguntar en qué soy realmente buena, qué me gusta, qué se hacer, y a qué me quiero dedicar. Y no es fácil, sobre todo porque me da mucho miedo llegar a la vejez amargada y pensando que debería de haber hecho otra cosa.
Así que mucha meditación, mucha introspección y nada de mentiras.
Me ha dado filosófico hoy…