viernes, 7 de junio de 2013

Días 3 y 4


Día 3:

Empiezo la mañana con mi dosis de heparina. Ya sé que es necesaria, que evitará que se me formen coágulos, que es bueno para mí... pero desayunar con una jeringuilla entre el té y el bol de cereales es extremadamente desagradable.


La única esperanza es que a base de pincharme el michelín, se desinfle un poco, pero creo que esto no va así. Digan lo que digan, escuece, duele e impresiona meterse una aguja en el cuerpo por fina que sea.

De la cocina a la ducha. Ducharse con una pata tiesa y la estabilidad de un castillo de cartas en plena tormenta tropical es entretenido. Suerte del pie de ducha, de los taburetes de plástico y de la alcachofa con tubo largo. Y suerte también que soy bastante flexible y llego a todas partes sin moverme mucho. 

Y de la ducha al sofá. He empezado una labor nueva, un poncho de muestra para la tienda. Aprovecho para hacer mis isométricos. Tres puntos con la pata arriba, tres puntos con la pata abajo. Duele, pero se puede aguantar. 

Me paso así la mañana, que si arriba, que si abajo, que si echo hebra, que si del derecho, que si del revés...

¡A comer! Mi madre ha decidido que todos tenemos que ponernos a dieta y la verdad es que hay hambre. Mataría por un pizza, una hamburguesa o un enorme plato de pasta, pero me tendré que conformar con una ensalada. Empiezo a tener mono de hidratos de carbono y eso no es bueno porque me convierte en Mr. Hyde a la mínima.

Por la tarde llega mi salvación en forma de amiga con un litro de maravillosa horchata. ¡¡AZÚCAR!! Un rato de conversación muy agradable y la tarde se pasa volando.

Por la noche, después de cenar (ensalada) intentamos ver una serie en DVD, pero el lector no funciona y nos quedamos con las ganas.

La rodilla no duele mucho, sigo con el paracetamol cada ocho horas y me voy a la cama que mañana va a ser un día muy largo.

Día 4:

Hoy tengo la primera cura después de la operación. Por fin voy a ver cómo va la cosa. Ya la he visto antes, pero ahora deberían de estar menos hinchadas las cicatrices y tener mejor pinta. 

Heparina, desayuno, ducha, muletas, coche, clínica. 

El enfermero que me recibe es un cielo. Me corta la venda, me pregunta que qué tal y le digo que casi no duele. Se sorprende de cómo se estira la pierna. Me felicita por el tono muscular que tengo y por la extensión y flexión. Miro las heridas y parecen limpias. Están cicatrizando tan bien que decide dejarme sólo con unos pequeños apósitos. Mejor eso que una venda de la ingle al tobillo. La pierna está hinchada y tiene la sensibilidad de un corcho al tacto. La inflamación desaparecerá con hielo y tiempo y la sensibilidad... como decía mi fisioterapeuta, durante un tiempo me podré depilar sin que duela.

Me recomienda que use film transparente de cocina para protegerla cuando me duche. Es una buena idea. Mañana probaré a ver qué tal me apaño. La amiga de la horchata dice que esto es una "pata negra" así que con el plastiquillo va a tener toda la pinta de embutido.



De la clínica a tomar un aperitivo con mi padre. No lo hemos hablado, pero creo que los dos necesitamos una tostada. Nuestro reino por una tostada. Me da que no soy la única con necesidad de calorías, el platito de patatas fritas desaparece visto y no visto.

En la terracita se está bien y da pena dejarla para ir a buscar a mi madre al trabajo. Llegamos y paso a saludar. Todas me reciben bien y se alegran de que no me duela tanto. Nos vamos a casa y a comer. 

La tarde la paso con mi padre viendo a Nadal ganar a Djokovic. Partido de infarto. Pego tal bote cuando por fin gana Nadal que se me resiente todo. Hielo, por favor, mucho hielo.

Y poca cosa más. Charla por Skype con un amigo que vive lejos, cena y crónica.

Mañana más y mejor, sobre todo porque he quedado para cenar por ahí. Necesito salir un poco, aunque sea despacito.


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