martes, 25 de junio de 2013

Días 19, 20, 21 y 22



Día 19:

Sábado 22 de junio.

Hoy se celebra el solsticio de verano y daría cualquier cosa por estar con los amigos saltando hogueras, quemando lo viejo y pidiendo deseos, pero no. 

Afortunadamente no todo está perdido. Un amigo de la facultad que vive lejos (como muchísimos investigadores en estos tiempos que corren) está en Madrid estos días y hemos quedado para tomar algo.

Por la tarde me ducho, me visto de persona y me viene a buscar. Nos vamos a tomar unas cañas que dan paso a una cena y unas copas. Todo en mi barrio, claro, que no estoy para grandes carreras, pero la noche se pasa demasiado rápido y me da mucha pena que se acabe.

Siempre es muy agradable reencontrarse con los amigos y hablar como si nos hubiéramos visto ayer.

Me voy a la cama contenta y feliz.

Día 20:

Domingo.

Nada nuevo bajo el sol. Un domingo relajado en casa. Algo de tele, algo de PC, algo de ganchillo...

Al ducharme se me caen los puntos. ¡Por fin! Mañana empiezo con el aceite esencial de rosa mosqueta para que se vayan borrando las cicatrices y para dar algo de elasticidad a la piel. Si no en rehabilitación voy a ver estrellas por la articulación y por las cicatrices y lo segundo mejor me lo ahorro.

Día 21:

Lunes 24.

Mañana empiezo la rehabilitación como tal. Tengo ganas ya, aunque sea sólo por tener una excusa para salir de casa todos los días. Estoy como loca por hacer cosas y no sólo estar encerrada. 

Por fin se acabó la heparina. Hoy me pincho por última vez ya que puedo apoyar el pie y moverme más que antes. La rodilla parece que se va deshinchando despacio. 

El aceite de rosa mosqueta hace maravillas. Un buen masajito sobre las cicatrices y se vuelven más blandas y flexibles.

Hoy el día pasa lento, muy lento, se hace eterno. 

Día 22:

Martes.
Hoy es el día. Hoy empiezo la reha. 

Por la mañana estoy sentada y suena el teléfono. Tardo en ponerme de pie, enganchar las muletas e ir a buscar el terminal. Por el camino tropiezo y tengo que apoyar la pierna operada para no caerme. El dolor me atraviesa de parte a parte. Seguirá doliendo el resto del día, por mucho hielo que le ponga. 

Me han dado hora temprano para empezar la rehabilitación. Allí me planto, con mis pantalones cortos, mis muletas y mi rodilla chunga.

Me va a llevar el mismo fisioterapeuta que la otra vez, me alegro. Puestos a llorar, sufrir, gritar, berrear y cagarse en todo, por lo menos que sea con alguien de confianza.

Me mira, me dobla, me mueve, me duele y me dice que todo va estupendamente bien, que está fenomenal y que se dobla y se estira bien. 

Me manda la primera serie de ejercicios para esta semana. Un rollete. Flexión pasiva, estiramientos activos y algo de electroestimulación. 



Un rollo, vaya, pero con un buen libro se pasa pronto.

Al volver a casa hielo, PC, cena y más hielo y más PC.

Mañana más y mejor. Peor ya no puede ser...


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