sábado, 22 de junio de 2013

Días 16, 17 y 18

Nada nuevo bajo el sol.

Día 16:

Miércoles.

Primer día sin apósitos. Se nota sobre todo en la ducha, al frotar las cicatrices con agua y jabón. 

El día pasa, tranquilo. No hay mucho que añadir.

Día 17:

Me paso el día esperando a que venga una amiga a tomar café. Nos tiramos la tarde cotilleando en el sofá, con una coca-cola y comiendo nubes. 

Se pasan las horas. Se acaba el día.

Antes de dormir, hago la parte de mis ejercicios de rehabilitación más dolorosa. Hoy coincide con varias conversaciones de chat con amigos. Se me hace más llevadero. 

Al meterme en la cama, me pongo boca arriba con el culo lo más cerca posible de la pared. Voy deslizando el pie hacia abajo para aumentar los grados de flexión de la rodilla. Hay que sujetar la pierna enferma con la sana para no forzar demasiado. La meta es llegar a tocar el colchón con el talón y cada día está más cerca. Se llama ejercicio de flexión pasiva de la rodilla. Hoy llego más lejos que cualquier otro día, me duermo satisfecha y dolorida.

Día 18:

Viernes.

Ayer me pasé un poco con la flexión porque hoy me duele a rabiar. Estoy de mal humor toda la mañana. El dolor constante agota física y mentalmente. No poder hacer prácticamente nada también. 

Me llaman para empezar la rehabilitación el martes que viene. Por fin. 

Lo bueno es que me va a seguir Pedro, el mismo fisioterapeuta que la otra vez. Puestos a llorar y berrear, que sea con alguien conocido. Lo malo es el horario, que tengo que estar allí a las tres y media. Me apañaré.

El fin de semana se presenta mohíno y aburrido hasta que veo en Facebook que un amigo que vive lejos está pasando aquí unos días. Le escribo a ver si hay suerte y podemos vernos, que le echo mucho de menos. Contestará mañana, espero.

Me voy a la cama temprano, tengo sueño y en la cama no me duele. Hoy me salto los ejercicios, mejor dejarla descansar un día que estar mañana hecha polvo.

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