jueves, 3 de mayo de 2007

¿Y si…?

20 de julio de 2127. Playa de Guadalajara.

Hoy se ha reunido mi familia para celebrar mi cumpleaños. No se cumplen 150 años todos los días, y me han organizado una fiesta multitudinaria. Lo bueno es que el ejército de hijos, nueras, hijas, yernos, nietos, bisnietos, tataranietos y demás se encargan de todo. Lo malo es que me han invadido la casa y no se dónde meterlos. Además, no me acuerdo de los nombres ni de la mitad de ellos. Son un desfile de caras similares a la mía a sus edades que me recuerdan lo vieja que me estoy haciendo.

Han venido hasta los de Terranova, que fue el nombre que le dieron a la primera ciudad que se construyó en Marte, cuando la población de la tierra superó los 15 mil millones de habitantes y hubo que salir fuera para meter a tanta gente. Los pioneros no lo tuvieron fácil, pero al final han creado una ciudad la mar de agradable. Tienen hasta árboles de verdad, y no estos ersatzs de plantas de plástico que nos han puesto en nuestras avenidas. Y es que claro, debajo de las cúpulas que nos protegen de las radiaciones solares desde que la capa de ozono decidió tomarse unas vacaciones indefinidas, las plantas de verdad no crecen.

Me han vuelto a invitar a irme para allá, pero soy demasiado mayor para meterme en esas aventuras. Supongo que mis huesos ya no quieren moverse de mi Tierra querida. Además, le tengo cariño a la casita de retiro que me regalaron entre todos en la playa de Guadalajara.

Recuerdo que cuando era joven había que desplazarse muchos kilómetros desde Madrid para llegar al borde del mar. Ahora es Madrid la que se asoma a las orillas del Mediterráneo. La ciudad ha crecido mucho, y el barrio en que vivo se llama Guadalajara, como la ciudad que era antes. Es un barrio costero, muy turístico, y lleno de jubilados, que, como yo, aprovechan el buen tiempo que hace. El nivel del mar no dejó de subir durante los últimos cien años, pero ahora que ya no quedan polos por fundir, parece que seguirá estable una temporada.

Mis nietos me preguntan si no me apetece irme de vacaciones con ellos al desierto de Aranjuez. Han alquilado unos camellos y se van a ir de paseo por las dunas, pero a mi edad no me veo montada en uno de esos bichos. Con lo cómodos que son los earthcrafts sobre campo magnético. Ni una sacudida, ni un bache, ni un nada. Una delicia para mi artrosis.

Bueno, parece que ya traen la tarta. Que como tiene tantas velas parece un pastel de bodas más que uno de cumpleaños. ¡Y qué buena pinta tiene!

1 comentario:

  1. et bien mamie ça ne rajeunie pas tout ça... tu n'aimes donc plus les montagnes russes pour ne pas vouloir monter dans le truc pour aller au désert d'Aranjuez ;-)

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