miércoles, 8 de mayo de 2013

Una puta con horario de oficina

Melendi - Lágrimas desordenadas


Soy una gran inculta musical. Cuando repartieron la melomanía yo debía de estar de vacaciones porque pasó completamente de largo. Soy tan capaz de disfrutar de la música como la que más, hay cosas que me gustan y otras que no, pero, como muchos de mis amigos pueden confirmar, me quedo en blanco a la hora de hablar de grupos, cantantes, géneros o ritmos. Cuando todavía había CDs, los etiquetaba por estados de ánimo o por actividades: "música para estar contenta", "música tranquila", "música para limpiar la casa", "música para estudiar/trabajar". Ahora lo hago con las carpetas de MP3 en el ordenador. Me es absolutamente extraña la noción de sentarse a escuchar un disco sin hacer nada más. Para mí la música es ese ruido de fondo que hace más llevaderas las tareas del momento.

Para centrarme en el tema del post, hace un tiempo oí a Melendi (y sí, he tenido que buscar en Google quién es el autor del título de la entrada) cantar eso de la "puta con horario de oficina". Me pareció un verso lleno de fuerza. Una de esas perlas de poesía que encuentras de repente en las ostras de las radiofórmulas.

Y de eso quería hablar, de las putas con horario de oficina en que todos nos convertimos antes o después. 

Ojo, personalmente respeto la prostitución como oficio siempre que se ejerza libremente y sin presiones. Cuando alguien decide vender su cuerpo por dinero, sabe qué ofrece y le pone un precio. Los demás tendemos a sentirnos superiores a los trabajadores del sexo porque regalamos nuestro cuerpo y vendemos nuestro tiempo, que de algo hay que vivir. Y yo me pregunto a veces... ¿superiores en qué? Vendemos nuestro tiempo, nuestros conocimientos y experiencia a cambio de un salario, sí, y creemos que eso nos hace mejores.

Hablando con amigos y conocidos he ido recogiendo testimonios de las cosas que se llegan a hacer por los clientes, por el jefe, por la empresa... Trabajar sin horario, noches, festivos, fines de semana, turnos dobles, triples, ir a buscar al cole a los hijos del jefe, salir un fin de semana a jugar al golf con un cliente dejando a la familia en casa, dejarse pisotear y dar las gracias por ello, arrastrarse por el fango, delatar a los compañeros, todo vale porque "estando las cosas tan mal, tengo suerte de tener un trabajo"

Las putas por lo menos son honestas con lo que hacen, los demás tragamos hasta el final porque "es lo que hay", "estamos en crisis", "me pueden echar", "tengo una hipoteca"... Todas son razones válidas, pero no me extraña que cada vez seamos más los insomnes.

Buenas noches y felices sueños.

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