jueves, 15 de octubre de 2009

Erre que erre


Defender la igualdad entre hombres y mujeres es complicado. Y más en estos tiempos donde lo "in" es ser políticamente correcto.

Esta semana asistí a una de esas reuniones temáticas que llevan la palabra "mujeres" en el título de la convocatoria. No suelo ir a esos saraos porque casi siempre termino poniéndome de mala leche. De hecho, ayer estaba tranquila y razonablemente contenta de haber ido hasta que saltó la liebre.

La primera pregunta incómoda fue: "¿En qué han influido tu pareja y tus hijos en tu carrera como mujer emprendedora?" He ido a muchas reuniones y ponencias de este tipo y, que yo recuerde, jamás se ha hecho esa pregunta a ningún señor. La familia y los hijos no deben ser competencia de los caballeros, porque a ellos nunca se les pregunta si han pospuesto la decisión de tener hijos a causa de su carrera profesional, o si sus novias/esposas han visto con buenos o malos ojos que decidieran montar una empresa. Pero hubo más. A ellos no se les pregunta si su sexo ha contribuido a hacerles más fácil la tarea de emprender con respecto a sus colegas femeninas. A ellos no se les pregunta cuántos hombres tienen en sus equipos. A ellas sí. Todas esas preguntas se les hacen, y no sólo eso, sino que ellas contestan con una sonrisa de resignación en los labios, probablemente pensando "...más de lo mismo...".

Hombres y mujeres no somos iguales aunque sólo sea por una cuestión de órganos internos. Pero las decisiones importantes que tomamos a lo largo de la vida sí que lo son. Tener o no tener hijos, tener o no tener pareja, vivir en España o en el extranjero, trabajar por cuenta ajena o emprender un proyecto propio... Esas decisiones no tienen género. O no deberían de tenerlo.

La pregunta de la pareja está de más. Si mi pareja no desea tener hijos tanto como yo, o no se tienen hijos o no se tiene pareja. Si mi pareja no acepta que yo emprenda, o trabaje, o tenga que viajar, o pueda tomar mis propias decisiones, entonces mejor no tener pareja. Si mi pareja no entiende que 1+1 no es 1, ni 2, ni 3 sino a (1+1)*n donde "n" es igual a las infinitas posibilidades que salen de la colaboración entre dos personas... igual tengo que explicarle la expresión matemática, pero si aun así no comprende que dos personas siguen siendo dos personas aunque estén en pareja y que cada uno puede tener sus propios deseos o aspiraciones o ambiciones, entonces hay un problema y de los gordos.

La pregunta de la discriminación positiva... Ya he hablado antes de discriminación positiva en este blog. De todas formas, y para dejar clara mi postura, la discriminación es discriminación. La etiqueta "positiva" se puso para que sonara menos mal. Parece que las mujeres, por el hecho de serlo, necesitamos ayuda, muletas, caridad, sonrisas cómplices y trato suave... porque somos menos válidas, o menos competentes, o menos hábiles, o menos inteligentes... Cuando una mujer se sienta en un puesto directivo o crea una empresa, gracias a todas las "ayudas" que se anuncian a bombo y platillo para "la mujer", hay muchos que piensan que "está donde está porque la han ayudado, porque sola no habría llegado tan lejos". Lo he oído decir varias veces, la mayoría de manera totalmente injustificada, como en el caso de muchas colegas, conocidas, compañeras o personajes del mundo de la empresa, la ciencia o la política, que ven que una vida de esfuerzos para ser pioneras en campos tradicionalmente masculinos se va al traste porque ahora hay "ayudas". Ahora, cuando una mujer llega alto, los demás se preguntan sistemáticamente si está donde está por lo que ha hecho o por llevar faldas.

Me hace gracia que a una empresaria se le pregunte cuántos hombres tiene trabajando para ella. Estoy convencida de que más de uno imaginó a las ponentes con tacón de aguja, fusta en mano, ejerciendo de amas dominantes. Por experiencia sé que hombres y mujeres tienen estilos de dirección distintos, pero eficaces en los dos casos si la persona es competente. El hecho de que una empresa está constituida sólo por hombres o sólo por mujeres, me parece empobrecedor. Creo que tenemos formas distintas de abordar los problemas y que en la mayoría de los casos el éxito surge del término medio, de las sinergias que se crean entre unas y otros o unos y otras. En cualquier caso, ellas son las empresarias y podrán contratar a quien quieran. Son sus negocios los que están en juego y quiero creer que en su momento contrataron a quienes contrataron por ser las personas más adecuadas para los puestos que tenían que ocupar, independientemente de su sexo.

Mientras ellas se consideren a sí mismas como objetos, sigan leyendo prensa femenina y comparándose con las modelos de las revistas (y deprimiéndose por ello), mientras se mantengan los estereotipos de mujer-madre Vs hombre-ejecutivo-empresario, mientras se piense que por ser mujeres necesitamos un trato especial, mientras se nos mire al escote cuando estamos negociando un contrato, mientras una mujer que liga sea una buscona y un hombre que liga un machote, creo que no volveré a asistir a un evento de "mujeres lo que sea" o "lo que sea mujeres". Siempre termino igual. Pensando que la igualdad está lejos, muy lejos de la vida de todos los días. Eso sí, tengo excusa para escribir un post...

1 comentario:

  1. Me parece que pones el dedo en la llaga que no deben existir cuotas por sexo (Tampoco se ve que se les pregunte a empresarios por sus tendencias sexuales) y que tios y tias en competencia estan en igualdad frente a un monstruo mayor el "bussines as usual". EL BAU hace que la mayoria de los directivos esten peor preparados que sus subordinados, que sean mayores, poco inovadores y como no HOMBRES o mujeres con un roll masculino más o menos asumido. Creo que pertenezco con parte de mi generación a los primeros que no vemos a una mujer primero como madre y despues como profesional, sino que vemos profesionales de ambos sexos con o sin hijos (responsabilidades extras del ambito privado, como si crian pirañas en su tiempo libre o practican deporte) cosas de ambito privado no deben discutirse desde el foco de la profesionalidad como la sexualidad, paternidad o aficiones. Imaginemos que un empresario no contrata a una persona porque es forofa de un equipo que va mal por ello. Eso es igual de ridiculo que no contratar a otra por si decide tener hijos.

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