viernes, 12 de julio de 2013

Días 23 a 39

Hoy es viernes, 12 de julio.

Llevo tres semanas yendo a rehabilitación día sí, día no.

El otro día decía en Facebook que, a veces, lo único que pasa entre el "buenos días" y el "buenas noches" son catorce horas interminables. Así han sido las últimas semanas, muy rutinarias.

Lo mejor que ha pasado estos días ha sido que por fin me he librado de una muleta. Ya tengo una mano libre para hacer cosas y eso es todo un mundo de diferencia.


La rodilla va bien. Hace lo que tiene que hacer. Se dobla, se estira, se van fortaleciendo los músculos de la pierna, que han pasado de no estar a volver un poquito y cada día más.

La rótula se mueve bien, aunque eso no quita para que no proteste cuando mi fisio me la maltrata, pero es por guardar las formas más que por otra cosa. ¡Qué sería de los fisios si los pacientes no nos quejáramos un poquito!


Estoy a unos pocos grados de poder tocarme el culo con el talón. Duele al doblarse, pero no demasiado. Y además es un dolor que no me persigue después durante horas, sino que desaparece bastante rápido.


Apenas uso hielo ya. Sólo alguna noche y porque molesta aunque no sé muy bien por qué. Aparte de eso, las noches se han vuelto mucho más amables. Sigo durmiendo a trozos porque cada vez que me muevo me despierto, pero apenas me entero, sólo me doy la vuelta y sigo soñando.


Creo que la semana que viene por fin me libraré de la otra muleta. Ya podría conducir si quisiera y puedo coser a máquina sin que me den pinchazos en la rodilla (Sí, mi pie de coser es el izquierdo. Con el derecho no me apaño igual de bien). Con suerte y si todo va bien, dentro de poco podré subirme a una bici y empezar a hacer algo más de ejercicio. A ver si recupero el tono muscular para el invierno, que me he quedado toda blandita.

Aunque se van cumpliendo los plazos, esto se está haciendo eterno. Echo de menos mi vida normal, a mi perro, mi trabajo y mis cosas. Aprovecho el tiempo para coser, ver películas y leer todos esos libros que tenía pendientes, pero no es lo mismo. 

Y eso es todo, no hay mucho más que contar... 

Ahora que lo pienso, sí que hay un par de cosas dignas de mención.

La primera, que ayer jueves estaba hablando con un amigo del cole*, alguien con quien no tenía contacto directo desde hacía años. Estaba tan contenta y tan distraída, que me puse a pasear por el salón con el teléfono en la mano y se me olvidó la muleta. Cuando me quise dar cuenta estaba andando tan a gusto yo solita y sin cojear. Cada día estoy más convencida de que el miedo hace mucho en los procesos de recuperación, pero eso da para otro post entero.

La segunda... tengo que explicar que suelo tener sueños muy realistas y que normalmente me acuerdo de lo soñado. Aunque se me pierdan los detalles, me acuerdo casi siempre de las líneas generales. 

Antes de que me operaran solía andar, pasear, correr y entrenar en sueños. Tenía una actividad nocturna intensa y divertida. Después de la operación he dejado de andar, correr, pasear y entrenar hasta en sueños. Ahora siempre estoy sentada o tumbada en algún sitio. Ojo, que no quiero decir que sean historias desagradables o pesadillas, pero ya no ando. Hace un par de noches estaba soñando con una playa y unos amigos. En un momento dado se iban todos al agua y yo me quedaba en la arena mirando. Es curioso que las circunstancias reales afecten de esa manera a los sueños.


*Gracias a Rafa por leerme, por recordarme que hacía mucho que no actualizaba el blog y por alegrarme el día. 



1 comentario:

  1. Muy bueno lo del olvido de la muleta, buena señal. Miedo nunca, pero precaución hasta que el tono muscular mejore y te pueda salvar de un imprevisto. Go!

    ResponderEliminar