jueves, 17 de diciembre de 2009

Bombones rellenos de triunfo


Para los que no lo sepan todavía, me he partido el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Bueno, el cruzado anterior, el lateral interno, el menisco y alguna cosa más. Una lesión de esas que duelen, que molestan, que curan despacio y que necesitan pasar por el quirófano.

Después del susto, las urgencias y la consulta del traumatólogo, me hicieron una resonancia que confirmó lo que todos sospechaban, que la cosa estaba muy estropeada y que la recuperación iba a ser larga y dolorosa. Así que inmovilización un par de semanas y luego un montón de sesiones de fisioterapia y rehabilitación. Y de eso quiero hablar, de la rehabilitación.

Desde que empecé a ir al “gimnasio”, he conocido a un montón de gente: con fractura abierta de tibia y peroné antigua, con fractura abierta de tibia y peroné reciente, con roturas de ligamento operadas, sin operar, con síndromes del túnel carpiano, futbolistas, moteros, deportistas, corredores de bolsa, ejecutivos, niños de colegio, chavales de instituto, estudiantes universitarios… mucha gente joven, deportista y optimista. Casi todos hombres, hay que reconocer que somos pocas chicas, será que nos rompemos menos, que somos más prudentes, o menos deportistas.

El otro día estaba yo peleándome con la pierna para que se doblara un poquito más, siempre un grado más, y apareció un chaval, uno de los veteranos, con una caja enorme de bombones. Me dijo que cogiera uno y le pregunté que por qué repartía chocolates. Me contestó que alguien los había traído. Un poco después, pasó otro de los pacientes con otra caja de bombones, y cogí otro. Todos los que estaban masticando tenían una extraña sonrisa en la cara, una sonrisa feliz y satisfecha, cosa curiosa en un sitio donde a todos les duele algo.

Hasta un día o dos después no comprendí el sentido del ritual de los bombones. Cuando alguien termina, cuando se va para no volver porque ya está recuperado, lleva una caja de bombones para repartir entre el personal y los compañeros. Bombones rellenos, pero no de praliné o licor, sino de triunfo, de superación, de voluntad, de dolor, de frustración, de cariño, de tiempo, de ganas, de ilusiones… Bombones que saben a gloria, a horas pasadas llegando siempre un poquito más lejos, un poquito más fuerte, un poquito más alto.

Ayer volvieron a traer bombones, siempre anónimos, y ayer volví a saborearlo con fruición, con verdadero placer, porque es una persona más que ha conseguido su meta, recuperar un miembro, una articulación o un hueso. Ayer deseé que llegara el día en que yo también pueda llevar una caja de bombones y decir que ya está, que lo he conseguido, que he llegado a la meta y que la experiencia me ha enseñado que todo es posible trabajando mucho.

Hoy voy a ir, como todos los días, y espero que haya bombones…

2 comentarios:

  1. Te ha quedado niquelado, me ha emocionado. Debe ser cosa de la Navidad.

    Mucho ánimo, nos reiremos recordando este "incidente". (K)

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  2. Claro que si! Tu llegaras y con ese animo que demuestras se te hará muy corto, ya lo veras. Oye, espero que me invites a bombones rellenos pronto. Un besazo.

    PD: mi blog www.cerezaroquera.blogspot.com a ver que te parece.

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