lunes, 25 de mayo de 2009

Castigo excesivo

Zagreb, Croacia, 44º Campeonato Europeo de Karate de la WKF. Un lujo de viaje y un buen campeonato, disputado, entretenido, y lleno de sorpresas.

Ya he hablado antes sobre el colectivo de árbitros de karate, siempre desde el respeto y la admiración por unos profesionales dedicados a su deporte, que a menudo sacrifican mucho por llegar donde están.

Un deportista que quiera ser árbitro pasa por un rudo proceso de selección. Para empezar, tienen que llevar años practicando. A diferencia de otros deportes, se exige un grado mínimo para poder acceder al estatus de árbitro, primer dan y 18 años. Eso son tres años federado. Después de un curso y un examen, podrá acceder al grado de árbitro regional. Pasado el tiempo, podrá intentar convertirse en árbitro nacional, pero claro, se exigirán un tercer dan y 27 años, así que son, como mínimo, ocho años de práctica continuada tanto en el deporte como en el arbitraje. Y ocho años son muchos fines de semana de campeonatos.

Cuando el tiempo pasa, y si el árbitro ha hecho bien su trabajo, podría ocurrir que su federación decida que está listo para dar el salto al arbitraje internacional y "premiarle" con una de las plazas disponibles. La Federación Europea de Karate pide un mínim
o de 30 años y tercer dan, pero la realidad es que los que llegan hasta allí hace tiempo que han pasado la treintena. Claro que eso es para acceder a la categoría más baja. El camino completo, si todo va bien y no se suspende nunca, durará cuatro años más para llegar a la máxima titulación de arbitraje europeo. El mundial es otro tanto.

Diez, quince, veinte años de fines de semana sacrificados, de tiempo libre, de días de vacaciones empleados en ir a campeonatos fuera de la región o del país. Tiempo, ilusión y muchas veces dinero para llegar a arbitrar un europeo. Sólo eso debería de ser motivo de respeto por un colectivo que apenas recibe recompensas por su trabajo.

Después del campeonato de Zagreb, tengo la sensación de que, o bien los máximos mandatarios del Karate europeo son unos sádicos, o bien han olvidado lo que han tenido que pasar para llegar donde están.

Estoy de acuerdo en que hay que estudiar y corregir los errores, para que no vuelvan a suceder, pero la sanción debe adecuarse a la infracción cometida. En este campeonato europeo se han cometido fallos en el arbitraje de repescas y finales. Con revuelo, con polémica, con protestas oficiales de las delegaciones pertinentes, con cambios de resultados, con crónicas incendiarias y otras no tanto. De lo que no se habla es de la sanción impuesta a los colegiados.


Uno de los momentos polémicos del campeonato


Uno de los árbitros sancionados va a pasarse un año sin arbitrar en Europa, ni Senior, ni Junior, ni nada. Otro ha sido inhabilitado dos años con pérdida de la titulación. Tendrá que volver a presentarse a los exámenes pertinentes si su federación considera que se "ha ganado" el premio de volver a un campeonato europeo.

Desproporcionado. Para unos profesionales que han sacrificado tanto por un deporte amateur y minoritario. Exagerado. Porque ninguna de las dos sanciones son por claro incumplimiento del reglamento sino por una interpretación de las zonas grises que dejan las normas. Injusto. Porque los que evalúan no deberían de estar a la caza del error sin premiar también los aciertos.

Sin competidores no hay competición. Eso es obvio. Lo que se nos olvida es que sin árbitros, tampoco.

2 comentarios:

  1. Mi maestro es árbitro internacional, y cuando contó que se fue a un mundial al otro lado del charco y le pagaron menos de 300€ por aquello, casi me caigo de espaldas.

    Creo que hay dos problemas, el primero, la falta de profesionalismo tanto de competidores como de árbitros, y el segundo, el continuo cambio de una normativa con lagunas que se realiza cada año.

    El trabajo del árbitro nunca está bien visto, y encima se compensa muy poco.

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  2. Estoy de acuerdo en que las recompensas son insuficientes. Y no hablo sólo de recompensas económicas.

    En lo que disiento es en el tema de la profesionalidad de los competidores o los árbitros. Está claro que siempre hay alguno que no se toma las cosas en serio, pero los demás son grades profesionales. Precisamente porque las recompensas son pocas, la implicación de los participantes está fuera de toda duda. Como dicen algunos, esto es "para los muy cafeteros". Los que están ahí están porque les apasiona, y eso hace que estudien, se mantengan al día con los cambios de reglamento, y trabajen muy duro para mantener el nivel de los campeonatos.

    Un profesional se hace por sus acciones, no tanto por lo que pueda cobrar por ello. El que entrena varias horas al día para estar en forma, el que se estudia el reglamento para dar el nivel, el que sacrifica tiempo y dedicación a su deporte es tan profesional como el que más, lo que es una pena es que no se reconozcan esos esfuerzos.

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